Se debatía entre el ying y el yang, aunque nunca llegó a un equilibrio entre ambos. Permanecer tirada en el asfalto era su deporte favorito, y cuando digo asfalto, digo subsuelo, aquella sensación de desganas continuas que no la dejaban avanzar ni levantarse por más que lo intentara,
En otras ocasiones se levantaba de un salto con ganas de comerse el mundo, de salir a pasear, de ser productiva y ser feliz, una felicidad que perseguía desde hacía años pero que nunca llegaba a materializarse del todo por esa bipolaridad que dominaba su mundo interior y exterior.
Los desengaños en todos los planos la hacían querer bajarse del mundo, pidiéndole al universo que la noria dejara de dar vueltas sin cesar, sumiéndose en contradicciones que ni ella misma entendía.
Morir o vivir, luchar o rendirse, pensar o dejarse llevar,caminar o pararse, cerrar los ojos o abrirlos hasta el infinito o más allá.
Jamás fue capaz de tomar decisiones sin que la angustia la dejara descansar por las noches, aunque el cansancio emocional no la dejara estar despierta.
Arrastrándose a duras penas en una dicotomía eterna que jamás tenía fin.
Su universo no le hablaba al oído, tampoco le daba señales, simplemente se trataba de tomar decisiones que nunca llegaban.
Dejó pasar el tiempo sin querer pensar mucho en ello, eran muchas las ganas y pocas las ilusiones, mucho el deseo y poco el esfuerzo, muchas las metas y poco camino recorrido.
Hasta que por fin se dio cuenta de la realidad , de su realidad y de nadie más. Se dio cuenta a tiempo que no podía depender de nadie para conseguir lo que tanto anhelaba, la tranquilidad y la paz interior que necesitaba como el aire para respirar.
Aquellas amistades quedaron relegadas a un bonito y doloroso en un segundo plano, porque al fin y al cabo nunca lo fueron, aunque ella las hubiera considerado de otra manera. Las compañeras con las que tanto vivió y compartió, no fueron nunca de verdad y los satélites que amenazaban su estabilidad emocional se los cargó de un plumazo, haciéndose indiferente al daño que le causaban.
Así consiguió seguir sobreviviendo en un mundo hipócrita y descarnado, a veces arrastrándose y en ocasiones gateando, aunque siempre saltando al vacío.