Desconociéndose detalles de su fecha y lugar de nacimiento, así como otros antecedentes, Juan Díaz de Solís aparece en la Historia a raíz del fallecimiento de Américo Vespucio, en el año 1512, lo que motiva que el Rey Fernando V de España lo designe para sustituirlo, en el cargo de Piloto Mayor del Reino.
La Corona española encomendó a Solís comandar una expedición que exploraría las costas americanas en busca de ese pasaje hacia el Océano Pacífico en aguas calientes. La expedición partió del puerto de Sanlúcar de Barrameda – ubicado en la provincia de Cádiz, en la desembocadura del río Guadalquivir, sobre el Atlántico – el 8 de octubre de 1515. La componían tres carabelas, que cruzando el océano alcanzaron las costas del Brasil en febrero de 1816.
Navegaron bordeando la costa y penetrando en todas las posibles entradas hacia el interior del continente, en busca del ansiado pasaje hacia el Mar del Sur. Así llegaron al Río de la Plata, que Solís denominó “Mar Dulce” a causa de su salinidad muy inferior a la del océano y al desconocer que en realidad se trataba del río más ancho del mundo.
A los efectos de tomar posesión de las tierras costeras descubiertas, a nombre de la Corona española, Solís desembarcó en una bahía que podría ser la de Montevideo o la de Maldonado, lugar al que denominó Puerto de La Candelaria. De tal manera, si bien se cree que antes de Solís había llegado al Río de la Plata el propio Américo Vespucio, se considera a Solís como el descubridor del mismo y primer explorador de los territorios del Uruguay actual.
También desembarcó Solís, con algunos de sus hombres, en las costas del actual Dpto. de Colonia, frente a la isla de San Gabriel. Allí fueron sorprendidos por una partida de indígenas, presumiblemente charrúas, generándose un combate en que tanto Solís como varios de sus compañeros resultaron muertos. Por ese motivo, el Río de la Plata fue conocido por los españoles como “Río de Solís”, por lo menos hasta el año 1527 en que arribó a la zona la expedición de Sebastián Gaboto.
Otro insigne marino ilustre, cuya memoria esta perpetuada en otra calle Trianera, cuyo final, entrando desde López de Gomara, ofrece la Barriada del Carmen.
Gracias por traernos un nuevo personaje del callejero de Sevilla. Recuerdo algún regreso del Real a Moradama y a mi, sentado en un banco del jardincito que hay allá por la Barriada del Carmen descansando los pies después de una «dura» velada ferial…
A HRB.: 14:27
Cierto, esa era la derrota correcta, y viniendo con un rumbo alberil, la verdad, ya tuvisteis fortuna. Seguramente os ayudo esa forma de andar que produce el mareo y que tan práctica es encima de cubierta.
Buena actitud de la tripulación y mejores derrotas…ya a la vista