Así, tal y como se titula este post es como me siento y como veo a la raza humana…
Os cuento, tarde de espanto. Empieza la tarde con un disgusto a un amigo. La vida es así, la vida es así, llena de luz, llena de color…¿Color? Colores más bien, y normalmente dos, el blanco o el negro, o putas o comadres…
Tras un par de conversaciones, me levanto y saco el cuchillo de dientes y me adentro en la selva del día a día.
Gente por todos lados, ciclistas por las aceras interrumpiendo el normal caminar de los peatones, coches lanzados, conductores mirando semáforos y relojes al mismo tiempo…y todos con un mismo fin: tratar de acabar el día de la mejor forma posible para que empiece mañana…
Hoy he sufrido las consecuencias de tener que pensar las cosas al ritmo que marca la realidad, es decir, ¡A carajo «sacao»!
Todos los miércoles es mi misma realidad, voy aquí, después allí, y por último allá. Cuando el allí es otro, ya se tuerce el tema, pero si encima tardas 45 minutos en encontrar aparcamiento y además te cuesta el dinero, es cuando te planteas, ¡qué estoy haciendo con mi vida…!
No debía de decirlo, pero además, el ritmo desenfrenado me lleva a estar dichos 45 minutos enfrascado en una conversación acalorada vía privados del twitter. Lo peor de todo es que no tenía claro si deseaba aparcar.
Tras tres cuartos de horas, el demonio se apodera de mí y me otorga el dudoso galardón de empezar con el allí de hoy…algo sin explicación, algo ilógico que todavía suma gotitas al vaso de mi paciencia.
Evidentemente, el retraso lo estoy pagando y tengo que llegar al allá a la hora…y una vez acabado aquí, un desbarajuste en el camarote de los hermanos del allí, me hace perder más tiempo…¡¡¡dios!!! El demonio no viste de Prada pero es rubia y lleva chándal de colegio de monjas…
Y claro, ahora toca cortar tiempo. Me monto en el Shuma como si del RedBull se tratara -más bien el Ferrari que es el que últimamente va siempre por detrás tratando de recortar segundos…-
¡¡¡Y venga!!! Como no había acumulado suficiente tensión, ahora a hacer unos pocos de kilómetros en tiempo record. ¡Me encanta ver como se vacía mi depósito en días así…!
Y ahora es, mientras conduces, cuando piensas que todo se tuerce un día en el que cambias los planes. Cuando actúas en modo robot, es decir, de aquí para allí y después para allá, nada te supone un esfuerzo, te metes en la vorágine de la selva de hojalata en la que hemos convertido ciudades y carreteras y todo parece perfecto.
Conclusión: si os fijáis, mientras hago unas decenas de kilómetros a 30-40 km/h más rápido de lo que debiera, evito robots malformados que no saben de que va esto del volante, evito robots en rojo que ni hablan ni se mueven, y remato la anterior conversación, tengo que «pararme» a pensar que mi día ha sido un desastre para sentirme persona…
Conclusión definitiva: toda la tarde estresado, me he jugado la vida corriendo para cumplir sin problemas con mis horizontes, para ganar unas míseras «perras» que deberían ser como mínimo el doble, y todo por cómo está la dichosa situación económica.
¡¡Sí, señores!! Para esta mierda he sufrido yo que sé los años en la Escuela de Ingenieros… Ahora me acuerdo de mi amigo “el Biri”, que no se cansa de decir que le tenía que haber caído un rayo cuando puso en la prescripción el numero 044.
Sean felices…si pueden.
Interesante Guerrero muy bueno !!!
Claro que hay que ser felices… el estrés muchas veces no los marcamos nosotros sin darnos cuenta. En nuestro afán de querer mejorar, de tener más a veces se nos va de las manos. Hay que dejar de pensar muchas veces, no como robots, y si no como naturaleza que somos y dejarse llevar, que no es lo mismo que hacer las cosas automáticamente.
un saludo y viva el 044 que nos ha hecho hombres de provecho… 😉