Quizás la culpa ha sido mía por mirar a donde no debía.
Quizás la culpabilidad me la tengo que echar a mis espaldas por estar a la hora indebida en el lugar incorrecto.
A pesar de pasar por ahí casi todos los días, hoy me lo tenía que haber ahorrado.
Quizás debí dar la vuelta y no querer hacer lo de siempre o quizás debí mirar al frente y seguir con mi rollo, pero no pude. Pasé, miré y a ambos nos invadió una pena terrible por nuestros cuerpos. Estabas desnuda…
Muchos dicen que la desnudez es pura que es lo mas normal del mundo, sin embargo a ti te noté avergonzada, te sacaron los colores…
Sin querer, porque tú no lo quieres, te has visto envuelta en un numerito difícil de explicar que ha terminado en ti misma. Curioso, ¿verdad?
No tengo muy claro que te ha molestado más, si que te desnudasen o mis ojos clavados en ti. Quizás ambas cosas, quizás ninguna…
Te voy a ser sincero: no me ha gustado verte así. En otro momento, tu cuerpo desnudo no me hubiese impactado. Posiblemente esté exagerando, al fin y al cabo, un cuerpo desnudo no deja de ser eso, un cuerpo desnudo…
Hoy, he pasado un mal rato al verte, me gustas majestuosa, frondosa, llena de garbo. La primavera te trata cual chiquilla que empieza a dejar de ser oruga para convertirse en linda mariposa. Tus brazos rebosan alegría, y tú te ves radiante.
Hoy he visto cómo te podaban, querida arboleda y mi alma vestida, ha sentido pena al verte desnuda…
el filosofo says
23 abril, 2012 at 13:45ya se sabe…hay que desnudarse para ser uno mismo de verdad!! larga vida a la arboleda!! 😉