Llegó la Cuaresma y este joven cofrade se vistió de soñador para trazar chicotás inimaginables en las calles adoquinadas de cualquier plazuela perdida del Barrio Santa Cruz.
Y llegó ese primer lunes con aroma de calle Orfila, con regusto panadero, con voces gitanas aunque casi silenciosas, resquebrajadas aún por el pronto dolor; ese dolor que te parte el alma y te arranca del pecho lo que más duele.
Y llegó el lunes, ese primer lunes de Via Crucis, de acompañar al Señor anunciando lo que todos estamos sintiendo, dándole la forma adecuada. Hoy no habrá alardes costaleros, hoy estaremos a tu lado para rezarte, para mirarte a esos ojos prendidos, a esas manos abiertas al mundo.
Pronto llegará tu día y junto a la Virgen de Regla te pasearás como solo tú sabes. Mientras, seguiremos preparándonos, seguiremos contando pisadas que deshagan lo caminado para volver a iniciar la senda establecida por nuestros mayores.
Hoy, agarrado con fuerza a mi atril, te veré pasar, te rezaré y pediré y te daré las gracias.
Hoy es tu Via Crucis, Soberano Señor.
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