Ambiente precioso con el que recibimos al Atlético de Madrid. La grada sabe que el partido es de los de campanillas y necesitamos puntuar y el tan manido: todos a una.
Para la ocasión, partimos con Bono, José Ángel, Nianzou, Kike Salas, Rekik, Gudelj, Delaney, Oliver, Lamela, Isco y Dolberg.
Los dos canteranos se han ganado el puesto con buenas actuaciones y Gudelj, de transferible a intocable y más cuando Fernando se cae de la convocatoria, al igual que el Huevo Acuña.
Pitido inicial y los primeros minutos son de aluvión sevillista donde destaca la libertad de movimientos de Isco que deja la banda izquierda, de donde parte inicialmente y combina y busca a Óliver que parecen hablar el mismo idioma.

Arriba, el danés Dolberg, tras marcar con su selección en la ventana FIFA parte de titular e intentará demostrar que el 9 es suyo ( aunque su dorsal sea el 5).
Minutos después, comienza a calentar Alex Telles que después de tener una gran actuación con la selección brasileña, y en el minuto 28, sustituye a un nuevamente lesionado Rekik que demuestra que no es apto para un equipo competitivo.
Justo a los 30 segundos, tras fallo infantil en el saque de banda de Jode Ángel a Nianzou y éste la pierde, pase a Llorente que sigue frio y sin entrar en el partido y gol del canterano Del Real Madrid. La edad y la falta de veteranía se paga y más ante equipos de verdad. Defensa inocente y muy insegura.
Desde este momento al descanso en el 46, imprecisiones, piernas que tiemblan más que un flan, pérdidas de identidad, de posición y cero fútbol. Por desgracia, nada nuevo.
Navas y Rakitic saltan al terreno de juego, colocando defensa de tres centrales con Gudelj de libre, Carmona y Nianzou de centrales y dos carrileros largos.
En el centro del campo, Delaney, desastroso casi siempre con nosotros, deja su puesto a Rakitic que ocupa el puesto de Gudelj.
Hacemos un inciso en la crónica: de Fernando a Gudelj y de Gudelj a Rakitic. Esa es la evolución del puesto de mediocentro esta temporada. Parece evidente que no todo lo que vende Monchi es verdad.
Dicho esto, regresamos a la crónica de un partido donde los primeros minutos se caracterizan por un ritmo lento, interesante para el equipo del Cholo y parece que en vez de jugar en el Ramón Sánchez Pizjuán, el encuentro se disputa en una de las salas de cualquier Tanatorio de la ciudad. Aún no huele pero hay indicios…
En el 56, saque en largo de Oblak que llega hasta la defensa del Sevilla donde Gudelj en primera instancia no consigue llegar de cabeza y Carmona la pierde. Cunha presiona lo justo, su rebote le llega a Morata que anota el segundo.
¡Échale huevos! ¡Sevilla, échale huevos! Se escucha tímidamente cuando se cambia el dial y se sigue con el volumen al mínimo y con la cantinela que toca en ese minuto. No hay alma…
En el 61, a punto de recibir el tercero tras una gran carrera De Molina y Bono salva con una mano el gol de Matheus Cunha.
En el 66, se marcha Óliver y entra el Papu y se marcha Nianzou para que entre En Nesiry. Volvemos a cambiar de esquema atrás, dos delanteros y desesperación e improvisación de alguien que desde el banquillo, con sus papeles perdidos, vuelve loco al equipo que desde el primer gol solo deambula por el césped sin llegar al área rival. De tirar a puerta ni hablamos…
El partido solo tiene un equipo, el de rayas que viene de Madrid y perdonando una goleada. El Sevilla en las cuerdas, recibiendo como un mal sparring sin ser capaz de lanzar un directo que pueda hacer tambalear al adversario.
Caen los minutos, silencio traumático, Lopetegui sentado esperando la sentencia. ¿Se lavarán las manos los que tienen que ejecutar? ¿Seguirá estando todo bien?
Recemos para llegar a los 42-45 puntos y alcanzar “pronto” la salvación porque esto tiene muy muy mala pinta.

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