Por primera vez pensé en mi primero y me dije ¿Por qué no?
Sólo se vive una vez y es lo que me voy a llevar, no solo de recuerdos se vive, y tenía que ponerme manos a la obra para que los recuerdos fueran otros y se convirtieran en un presente buscado y encontrado, y lo más importante, vivido.
Es cierto que los fantasmas me rondaban, que los complejos llamaban a mi puerta con insistencia, era fácil, consistía en no abrirles la puerta y dejarlos que se cansarán y se fueran de una vez por todas.
Por una vez en la vida, eché el cerrojo a conciencia y me repetía como un mantra ¡fuera, fuera, fuera!!
Ese día estuve tranquila, consiguiendo seguro con lo que había dibujado en mi cabeza de un conjunto perfecto, un día perfecto, un no pensar en que pensaran y como me verán. Hice lo que me apeteció. Una sensación extraña y nueva para mi, la desidia últimamente era mi rutina junto con la procrastinación.
No sé si durará mucho este nuevo pensamiento de «una vez en la vida» pero pensaba aprovecharlo hasta el último minuto.
Una vez en la vida se nace, se ama, se es feliz y se despide de este mundo. Una sola vez en la vida, por eso hay que vivirla buscando la felicidad a ratos, a momentos, en la distancia y en la cercanía.
Una vez en la vida decidí seguir y vivir, simplemente, sin más pretensiones que la de respirar y llenarme los pulmones de todo lo que me rodeaba y me arropaba cada día de mi vida.
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