• Viendo pasar el verano sevillano
En ningún momento el maestro la nombra, pero todos saben que se trata de nuestra ciudad. Tal vez sea la canción por excelencia más bella que la encumbra. Porque “me da igual, cantar en Sierpes que en la Plaza Nueva…”
Derrocha conexión su dulce melodía. Suena un piano, preciosos acordes, donde unas notas musicales rozan el mismo cielo, acariciándolo. Instrumento armónico que hace vibrar y “pasear por esas callecitas tan estrechas”.
Mi buen compañero (El mendigo), congeniará con ese vagabundo, si, muy probablemente, entre livianos cartones, en la oscura noche, recreándose en la soledad de su estancia, eso sí, “tapado por estrellas que alumbran mi ciudad”.
En mi placentero caminar, tras un largo recorrido, “me senté en una plaza llena de colores”. Pudiera ser la Plaza España con los azulejos que entrañan cada provincia. O quizá, el colorido de los jardines pintorescos de la Plaza de América. Los bancos de Doña Elvira invitan a eso, a sentarse y simplemente, contemplar. En Virgen de los Reyes los coches de caballos dan su particular tonalidad a tan maravillosa estampa. Mi Rey San Fernando ostenta grandioso, la renombrada Plaza Nueva, divisando desde lo alto los distintos matices de la capital conquistada. Verdaderamente podría ser cualquiera, todas ellas fascinantes, de visita inexcusable.
En la temprana primavera, es cuando el azahar coquetea gustoso y hace de las suyas, derrochando su fragancia por doquier y en uno de tantos amaneceres “aspiré el suave aroma que dejan las flores”. Para luego “recorrer senderos del parque de María Luisa” y perderme, perderme sin más.
Senderos que se internan cual verde pulmón, marcando el rumbo, enlazando siempre a un nuevo paisaje y a otro, y a otro.
En la mejor de las diversiones, “jugar a ser paloma que cruza Triana” suena bien bonito. Fiel mensajera entre dos orillas, ruta aprendida que inmortaliza, haciéndola suya, uno y otro atardecer. Quisiera ser partícipe de tal entretenimiento, no hay trampas, no las hay, pues se gana siempre.
“Compartir en silencio, el deseo de vivir” no tiene precio. Quizá el secreto de nuestra existencia, compartir. Es lo más. Porque cualquier detalle se engrandece, donde la generosidad se hace infinita.
Permítanme un consejo, escúchenla y déjense llevar por la música. Sevilla hará el resto para vuestro deleite….
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