Había una panadería en el centro de la ciudad que era famosa por su pan con chocolate. Pero pocos sabían sobre el secreto oscuro detrás de su receta. No eran granos de cacao los que daban sabor al chocolate, sino la sangre de los difuntos que descansaban bajo el edificio. No preguntes cómo lo sé. Solo déjame decirte que nunca volví a comer allí.
Manuela Sánchez
La abuela dijo que el chocolate no se podía comer en un pan cualquiera.
No la entendimos.
Si las tabletas eran rectangulares, se necesitaba un acompañante con la misma forma.
Compró un molde y buscó una receta que se adaptara.
Entonces nos coció el mejor pan para las meriendas estivales.
Arancha Naranjo
Ni el rey de la merienda, aquel mítico Bollycao podía hacerle frente. Para nada. Cuando mamá traía el ansiado tentempié se paraba el tiempo, pan con chocolate, tonterías las precisas. Una sonrisa maravillosa permanece tras el grato recuerdo…
Patricia Delgado
Corres al súper en tres minutos.
Pasas por el pan, y pillas una bolsa de rebanadas cortadas.
Te equivocas de calle (claro, claro,…) y en vez de coger jamón cocido, pillas varias tabletas de chocolate.
Y, una vez, en el trabajo, te sorprendes comiendo onzas sin mesura…baybay dieta.
La Renacida
Bajo la atenta mirada de mi joven madre y mi abuela. Mi merienda.
Ángel Salgado I
El recuerdo presente
desde otra perspectiva.
Mirando, de ti pendiente,
por abajo, tú más arriba.
La espera, obediente,
si hay noticia positiva.
El llanto, recurrente,
como respuesta represiva.
Ángel Salgado II
El teléfono de rueda, la máquina de escribir… Y las buenas meriendas.
Ángel Salgado III
I
Mirada atrás, merienda infantil, Oliver y Benji. Pan y chocolate. Un niño feliz. No hacía falta más.
II
¿Mirada atrás? Pero no mucho; unas onzas de pan y un mendrugo de chocolate… ¿o era al revés?
III
Muy listo el inventor del Bollycao. Poco original, pero muy listo…
Juanma García
El aroma del chocolate caliente y el pan recién horneado evocan recuerdos de mi infancia. Aquellas meriendas reconfortantes en la cocina de mi abuela, donde el dulce sabor del chocolate se mezclaba con la nostalgia de momentos compartidos. Una mezcla perfecta de sabores y recuerdos que perduran en mi corazón.
La Morada IA
Manchurrón en la camisa, pantalón remendado, merienda de campeones con un balón mal cocido bajo el brazo.
Éramos felices con poco. Un par de onzas de chocolate, un trozo de pan duro y a la calle a correr.
Hoy solo me queda el vino y mi felicidad.
El Mendigo
La tristeza la embargaba por más que resistiera, observaba a su familia reunida para un cumpleaños familiar. ¿Sería el último? Se cuestionaba mientras la bolsa de pan de molde se le caía de las manos.
—¿Estás bien? —le preguntó su nuera.
—Sí, claro —dijo ella y siguió preparando aperitivos.
Katy Núñez
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