Se le notaba en la cara cada vez que hablaba…menuda fantasma.
Ángel Salgado I
No tengas miedo, ni mucho menos vergüenza, que todos sabemos que eres la niña de sus ojos.
Ángel Salgado II
Cuenta la leyenda que estaba tan triste el naranjo, que para darle alegría, la vida le regaló una niña de sus ramas.
Ángel Salgado III
Mirarte a la cara querría
para decirte, muy sincero,
que te quiero vida mía
aunque todo sea pasajero.
Ángel Salgado IV
Olvidada en el tiempo, cada noche deambula por la plaza, buscando a quien quiera jugar con ella.
Entre los árboles camina lentamente, ocultando su rostro triste.
El tiempo ha pasado, pero su espíritu continúa vagando.
Dicen quienes pasan en la noche por la plaza, que al verlos ella se esconde, teme que nuevamente le arrebaten su niñez.
Manuela Sánchez
Pocas veces se dejaba ver. Aquel portentoso naranjo, se despistó y la pequeña quedó al descubierto. Atropelladamente las hojas acudieron al rescate en un intento de ocultar el fantasma de la niña. El aroma de azahar hechizó ese instante y su fragancia corretea por doquier…
Patricia Delgado
Era el verano más caluroso cuando desapareció Jimena, la hija del Remigio. Tenía ocho años. Llevaba un vestido rosa y un sombrero de paja. La buscaron por las huertas de todo el pueblo. No apareció. Ahora mamá, cuando no queremos comer, nos asusta con su fantasma detrás del naranjo.
Arancha Naranjo
Mi hija menor murió un 9 de septiembre.
Un camionero borracho y maltratador se saltó un ceda al paso y se llevó la moto dónde iban mis dos pequeñas.
Yo estaba terminando de peinarme para salir al trabajo cuando, a través del espejo, la vi detrás mía.
Desde entonces, llevo un espejo conmigo y cada vez que quiero charlar con ella, lo saco y ahí que le damos a la sin lengua.
A veces está un poco triste porque no puede abrazar a sus sobrinos y a sus abuelos, pero siempre intento hacerla reír con chorradas.
Mi hija menor murió, pero siempre me acompaña.
Aún tiene 9 años.
La Renacida
I
Su dulzura era infinita, tanto como su inocencia. Esa inocencia que muestra jugando con su vestido detrás de los naranjos…
II
¿Fantasma? A ver si podamos un poco los árboles que mi niña pueda ver la calle?
III
Su timidez era tal que no dejaba su cara a la vista de la gente…
IV
No hables así de esa niña que trataba de ver la procesión que ocupaba toda la avenida y fíjate bien que los fantasmas iban con cirio…
V
La niña se subió al poyete para tratar de alcanzar el globo que se había quedado prisionero entre las ramas del árbol.
Así lleva dos siglos y la imagen se repite cada sábado en el mismo lugar y a la misma hora.
VI
¿Fantasma? La niña era taaaaan fea que el fotógrafo evitó darnos el disgusto.
Juanma García
Mientras ustedes ven un fantasma infantil, yo, desde la perspectiva de los años y de este acerado aún mojado por las últimas lluvias, veo una clara metáfora de la sociedad actual y sus valores, incapaces de dar la cara ante la vida.
El Mendigo
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