Volví a este rincón. El Sol parece seguir en pleno apogeo compensando las bajas temperaturas. No hay atisbo de la lata, los pajarillos no cantan de igual manera y la papelera sigue igual.
Abro por una lámina aleatoria, sin orden establecido, para que lo imprevisto tenga su momento de gloria y mirando siempre a lo que me rodea observo nuevos detalles que plasmar en el papel.
Un lápiz 2H, duro, como tu semblante y el de tu compañera. Tú un poco más alto, casi imperceptible bajo este ángulo de visión, ella, con el pelo más alocado y una esbeltez que destaca en el papel.
La curva de tu felicidad te hace parecer aún más importante, cuasi señorial, ocupando dos terceras partes de lo vital.
Vuestras sombras se abrazan en la lejanía. Entre medias, dos pequeñajos, algo acelerados en sus líneas parecen mostrar algo de timidez escondiéndose detrás del mayor.
Uno de tus brazos parece descansar sobre la cabeza de tu protegida aunque en el pequeño no hay dudas, es clavaito a ti hace unas décadas.
El dibujo se completa con un pequeño camino adoquinado, unas piedras al fondo y las puertas abiertas que llevan al real mundo irreal donde habitamos.
Un ciprés y una palmera, felicidad plena. Trazos muy verticales y sombras aún más alargadas que termino de dar profundidad con mi casi agotado 2B.
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