A.
«No te va a querer nadie nunca», era la frase que ella siempre usaba para retar a sus hijos cuando se portaban mal.
Primero, venía el pellizco, y después, como de remate, esta frase punzante, aguda.
Seguramente, si le preguntan, ella los educó con amor.
Seguramente, si le preguntan a sus hijos, su madre nunca los quiso.
B.
Y en nombre del amor…
«¿Quién quiere otra empanada de jamón?», preguntó Carlos en el cumple de su hija.
Ella estaba celebrando sus 19 años en una fiesta dónde había invitado a toda su clase de su último año del instituto y él se había ofrecido a estar en la barbacoa.
«¿Quién quiere otra empanada de jamón?, insistió.
Su hija levantó la mano, riendo, enmedio de sus amigos.
Brillando con su alegría.
«Yo papá, tengo hambre…»
«Tú no, mi amor, que estás muy gorda», fue la frase que él disparó delante de todos.
Todos rieron y se escuchó algún: «es verdad, se está poniendo muy gorda».
Ella se puso roja de vergüenza.
Un nudo enorme le cerró la garganta.
Y no comió más.
Se levantó despacio y la soledad de su cuarto adolescente fue el mejor refugio hasta la madrugada del día siguiente.
Lloró durante horas y se pellizcaba los muslos, las caderas, el estómago…con asco.
Desde entonces, dejó de comer.
Y murió pocos años después luchando contra la bulimia.
El padre, murió de viejo, preguntándose qué hizo mal esa noche.
Porque ahí fue donde todo cambió.
C.
El nadaba muy bien.
Era de los primeros de la clase.
«Vamos, no seas mariquita», le dijo su profesor de natación cuando él –que en ese momento tenía 6 años– pidió una toalla al salir de la piscina porque tenía frío.
Y todos sus amigos empezaron a reírse.
«Mariquita, mariquita», le gritaron.
Y el profesor, lejos de hacerlos callar, los alentó.
«Eso, eso.
Vamos a enseñar a éste mariquita que los hombres no tienen frío».
Nunca más volvió a nadar.
Y nunca, en 34 años de vida, apoyó sus labios en los labios de una mujer.
Creía no ser lo suficientemente hombre.
D.
«Eres un elefante dentro de la clase, no hay quien dibuje peor que tú», le dijo su profesora de Dibujo el primer día del primer año del secundario al ver sus trazos de puntillismo.
Ella venía de una primara impecable, donde Dibujo era su materia preferida.
Y era, para hacer honor a la verdad, una joven promesa de las bellas artes.
Ese año, se llevó Dibujo a Diciembre.
Nunca más volvió a escoger esa asignatura, si estaba de optativa.
Volvió a dibujar 28 años después, cuando –terapia mediante– descubrió cuánto la había inmovilizado esa frase.
Sus profesores de asombraron con la calidad de su dibujo.
E.
El Perito Moreno fue el lugar elegido para festejar sus 10 años de casados.
Caminata por el glaciar, todos los turistas en hilera para no resbalarse.
Ella iba delante; él, detrás.
«Tu culo me tapa todo el sol», fue la frase que eligió él para hacer un chiste a voz en grito.
Todos los turistas rieron la frase.
Y él no entendió por qué, esa noche, ella se encerró en el baño a llorar.
Tampoco entendió que nunca más usara pantalones.
O que no volviera a ponerse bañador.
O que nunca volviera a mostrarse desnuda en la intimidad de su dormitorio.
F.
Ella era muy creativa desde pequeña.
Escribía, pintaba, hacía música, creaba proyectos de jardines y edificios.
Pero nunca lo mostraba, porque sus padres nunca le dieron importancia.
Es más, se burlaban.
«¿Quieres tocar la guitarra?
¡A ver si te crees que eres Paco de Lucía!!!
¿Quieres pintar?
¡A ver si te crees que eres Goya!
¿Qué quieres escribir?
¡Ésta se cree que a alguien le importa lo que escribe!
¡A me vas a explicar como va un plano!
¡Anda vete que no sirves para nada!»
De todo se burlaban y en todo momento la trataban cómo una inútil.
Un día ella dejó de intentar «hacer algo».
Ni escribir, ni pintar, ni hacer música, ni proyectar, …
Casi dejó de respirar.
Se escondió para no estorbar.
Enfermó de tristeza.
Se convirtió en nada.
Pero nadie se dió cuenta.
Se pasaba el día encerrada, para que no le dijeran más lo insignificante que era.
Y entonces, la llamaron inútil y loca.
Y le dijeron a todo el mundo que la protegían porque era una inútil y una loca.
CONCLUSIÓN:
Son frases, que no te matan físicamente..
Y necesitaba de su protección.
Pero te marcan para toda la vida.
FRASES DE MIERDA.
No importa cuántas horas de terapia le dediques a deshacerlas, ellas están ahí.
Rondando para reaparecer, sin previo aviso.
Son frases que, cuando las cuentas, te parece que estás exagerando, que no pudieron ser así, que quizá las recuerdas mal.
Porque no puedes creer que alguien que dice amarte, apreciarte, te diga algo que te puede hacer sangrar tanto internamente.
Pero no las recuerdas mal.
Te las dijeron tal cual.
Y en ese exacto momento, en el que tanto daño te hicieron.
Entonces descubres la crudeza de esas palabras.
Y de otras muchas DICHAS SIN MALA INTENCIÓN.
Lo bueno es que (para la mayoría) un día, porque ese día –créanme– finalmente llega, te sacas uno por uno todos los puñales que te clavaron en el cuerpo y en el alma.
Te haces un sana, sana, culito de rana y descubres que no fueron dichas con odio, que los responsables de «escupir» tamañas frases son seres que cargan, a su vez, con otras frases similares que les hicieron igual daño.
Y entonces llega el perdón.
Y perdonamos.
Y nos perdonamos.
Más adelante –bastante más adelante– viene la compasión.
Y el desprecio.
Y, muchas veces, la ignorancia.
Terminas por ignorar a quién te las dijo.
Lo matas mentalmente.
Es ahí cuando volvemos a sentirnos felices, con ganas de caminar sobre el Perito Moreno más allá del tamaño de nuestro culo, de nadar y gritar: «Tengo frío, tráeme una toalla», de hacer una lista con toda la gente que te quiere y no te ha hecho daño nunca.
Porque no solamente te quieren los perros…
Tratemos de pensar antes de hablar, ya que las PALABRAS QUE DUELEN tardan muchos años en salir del corazón del otro y, hasta a veces, no salen nunca, jamás.
Ni en su lecho de muerte.
No perdamos tiempo con los que queremos.
Las «bromas» que llevan un desprecio, no son bromas.
La «compasión» que lleva desprecio, no es compasión.
La «protección» que lleva desprecio, no es protección.
Evítalas y evita herir a la gente de tu alrededor.
Porque perdonar, lleva mucho tiempo…
Porque sanar, lleva mucho tiempo.
PENSEMOS ANTES DE HABLAR…
HABLEMOS EN POSITIVO.
TRATEMOS DE NO HERIR EL CORAZÓN DE LOS QUE MAS AMAMOS…
«PALABRAS DE AMOR, ALEGRAN EL CORAZÓN»…
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