
Tendenciosas palabras que surgen para calmar oídos necesitados. Dosis extra de anestesia postoperatoria. Necesidad imperiosa de recibir la oratoria de manera entendible y acompasada. Que el mensaje no sea vacío ni la conversación lastrada. No aporte de nada, errónea dirección, cháchara forzada.
Que las respuestas sean solo gestos o miradas, permitidos los titubeos por la búsqueda de reconfortantes palabras. Sin mirar el tiempo y como pasa, estar estando, como en tu casa. Si hace frío, se cierran ventanas, si apremia el calor, los abrazos se regalan. Y si llegan las prisas, no se corre, el paso se ralentiza.
En un bordillo sentado, con tu periplo ya acabado. Sin más negocio pendiente que esperar a que se haga temprano. La luz se hace tenue y te acompaña en tu personal embargo, esperando a ver si oscurece y vuelve a cogerte de la mano.
Con su ciclo arrancando de nuevo, sin fisuras ni fallo en los rodamientos, harto ya de tanto esperpento, llega tu esperado ocaso, sin sufrimiento. Que el paso del tiempo es la mejor herramienta para alcanzar tu meta, aunque todo sea una terapia incompleta.
