Todo empieza y todo acaba, todo tiene su comienzo y tras este, su fin. Y, en Sevilla, sentimos que se nos va todo cuando aún nada ha empezado. Como si leyéramos un libro al revés, del final al principio o como si nos dijeran el final de una película que tanto esperamos sin que aún la hayamos visto. Y es porque lo vivimos todo. Que no son siete días, que son cuarenta y siete más o los que cada uno necesite. Para mí es todo un año y me hago la idea de que nunca empieza y nunca acaba.
Pero la realidad es que cuando estamos a las mismas puertas de nuestra Semana Santa, del Domingo de Ramos, ya echamos de menos esto. Qué razón tenía Antonio Burgos. “Se nos ha esfumado la cuaresma en menos que ha cantando un gallo”.

Hoy, Domingo de Pregón, es el preludio del fin de la cuaresma. Hoy, empezamos a despedirnos con cierta melancolía del tiempo místico del Sevillano. Tiempo el que vamos metiendo en el caldero de nuestros corazones sentimientos y emociones , que en una semana explotarán desmsuradamente.
Adiós Cuaresma con formas diferentes de oler y respirar Sevilla. Cuaresma ansiada y anhelada tras dos años de parón por tus calles e iglesias. Adiós Cuaresma, la del reencuentro, la de los niños volviendo a la normalidad de su fe.
Adiós Cuaresma, la de las mascarillas, las de los tests.
Se va la Cuaresma de 2022, la de la incesante lluvia.
Adiós mi Cuaresma bonita … hasta el año que viene, que ahora viene tu madre y señora, la amante de Sevilla, LA SEMANA GRANDE. Ya está todo listo y preparado, los costaleros fajándose, otros tirándose del costal, los nervios, los llantos de alegría y la tristeza de los llantos, que la cuaresma son cuarenta días, y Semana Santa una semana sólo. Semana vivida con la intensidad de un año entero. Aquel niño de la Borriquita, el capataz que va a tocar el martillo. ¡Meted riñones sevillanos…que Sevilla va a llamar!…¡al cielo con Él!…
¡A ESTA ES, SEVILLA!