Hoy vengo a ti, acá donde me siento en mi guarida, allá donde afilo mis colmillos, allá donde ahogo mis penas en palabras, aquí de donde nunca debí irme.
No, no tuve la dicha de sentir ningún soplo de viento como el poeta y sí, entono el ‘mea culpa’ por crearte, sentirme, mimarte, ponerte guapa y abandonarte. Tal vez el abandono fue mutuo. Tal vez en que se abandonó fui yo.
Errores de un pasado no tan lejano como parece en el que la responsabilidad mal entendida golpeaba con tanta fiereza a la ilusión, que aunque esta no se cansaba de poner sus dos mejillas, acabó derrotada, derrumbada y acorralada en el baúl de mi escritorios. Carpetas cogiendo moho, miles de archivos escondidos acaparando tonos amarillentos y dejando que la lignina hiciera aparición estelar.
Con la mano en el pecho, orante asumo el “Por mi culpa, por mi culpa, por mi culpa”.
Cual hijo pródigo regresé, cara gacha y sonrojada, con el temor y la ilusión del primer día, con el reto personal de volver a sentirte, mimarte, cuidarte y ponerte guapa, teniendo claro que este debió ser tal vez el nuevo primero. Pero las cosas son como son y vienen cuando se sienten así.
Dicen que todos volvemos al lugar donde fuimos felices…

Deja una respuesta