Tras ese diálogo entre dos queridos amigos, hoy vengo a romper una lanza por ti, o las que hagan falta.
Toda la vida he tenido en mente que eras una especie de malévolo personaje con hechuras diabólicas, color extraño de piel y un rictus avinagrado que más parecías un vejestorio amargado que otra cosa.

Toda la vida equivocado y sí, aquí estoy diciendo que caí en su día en un error grotesco, llevado por la fama, la ficción y me perdí por caminos de baldosas de colores que no llevaban a ningún sitio.
No, no tienes corazón latiendo, ni hay mago que te pueda echar una mano con eso, pero ya te digo que puedes estar tranquilo, no te hace falta. Y no te hace falta porque has conseguido que dos personajillos sin maldad, con una inocencia cuasi infinita se hagan tus amigos y quieran visitarte varias veces al día. Digamos que eres como de la familia.
Así, puedes estar tranquilo y sentirte bien contigo mismo. Sigue con los brazos abiertos y seguirás recibiendo las visitas de los pequeñajos de la casa.
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