Domingo 19:00, estoy más cerca del Carli de lo que imagino…
Te sientas en un teatro que lentamente se empieza a llenar. Las cortinas echadas.

La genialidad de Tino Tovar y un elenco de voces únicas a punto de explosionar en tus 5 sentidos: ojos para que no se te escape un detalle, el tacto para palpar la expectación y las ganas, olfato para que ese aroma a Cádiz traspase mi alma, gusto por la música de verdad y oído como canal para que todo explote pero lo haga de la manera adecuada.

Se abren cortinas… se acaban las palabras cuerdas.
“Cadiz la de la gracia, maldita gracia la mía.”
Os podría describir la obra, un spoiler teatral pero de nada serviría si no lo sentís, si no lo vivís…
Tino en estado puro; carnaval a través del propio carnaval, de su presente, de su pasado cantado por ese presente; mensajes, literatura y sensibilidad. Una obra de terciopelo como aterciopelada es la voz única de Carli. Don Carlos Brihuega.
“El que se hizo clandestino para cantar”
Simplemente carnaval, tan simple como complejo, tan lujoso en voces como en mensajes, tan pasional que envenena y Subiela bordándolo…
“Y por mirarles a la cara con sus fusiles me apuntaron…”
Y por armas, poesía, y por balas los versos escritos y cantados cuando no se debía ni se podía pero se hacían…
“Para ejercer la libertad, teníamos que estar escondidas.”

Voces, personalidades y mucho arte en un escenario que provocaba que el público se levantara con cada actuación, con cada momento vivido, sentido.
Tino, un Clandestino cantando libertad.
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