Por la vida pendiente de todo, sin querer mirar más allá del muro. Muro que observa cada paso que doy en la vida con cara estupefacta. Miradas fijas e inertes que transitan las almas de los que empatizan con sus miradas. Miradas duras, miradas firmes que se entrecruzan sospechosas, confundiendo los ladrillos con las córneas.
Expresiones más allá de las miradas, que hablan, que cuentan vidas encerradas.
Pasos dados que siempre terminan haciendo chocar con el mismo muro, bajo su atenta mirada.
Al final, siempre aparece ella con su eterna y fría mirada. No hay escapatoria, ni debes intentar huir de ella.
Recoge su kleenex, no permitas que derrame ni una lágrima más por ti.
Y durante el camino de vuelta, sigue el muro y su mirada.
Miradas que parecen muros, muros que son miradas.
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