Sábado esperado, sábado soñado.
Tarde de un no cualquiera 24 de septiembre, no, El Cerro se engalanaba y se engalanó. Recuerden la fecha porque para centenario, el del barrio.
19:00 se abren las puertas de todo un barrio, de toda su fe, de todos sus llantos, de todo su ser y sale una cruz de guía plateada marchando y marcando un tiempo que no era el suyo.
4:10 de la madrugada del domingo, se abren nuevamente las puertas de la Parroquia y afirmamos que el suelo se hizo realidad. Entre medias, todo, cabe un mundo entre las siete de la tarde y las 4 de la mañana.
¿Que ha llegado tarde? Llegó cuando Ella y el barrio quiso, ¿que tardaba en llegar? paladea ese momento único ante Ella, rézale, pídele que de Dolores sabe tela.
Sábado que era martes y santo, sábado de desamparo y humildad, Titulares también, del barrio de la hermandad… ¿acaso no define a la perfección al mismo? Solo falta la advocación del currante para terminarlo de bordar, como su manto, como su palio, como su gente…
El sueño tocaba a su final, comenzó con su himno de Andalucía y acabó con su marcha, “Coronación”, sí, la de Marvizón, porque las cosas auténticas empiezan y acaban con originalidad y se viven desde el principio hasta el final, con toda la gama de matices en su caminar.
Ya solo cabe recordar, mientras aguardamos a un nuevo Martes Santo que está vez en martes caerá y otra vez pondremos El Llamador, y otra vez Charo Padilla escuchar, y otra vez el barrio, y las abuelas de verdad.
Ya solo cabe recordar, ya solo cabe esperar…
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