I
Paciencia, asistencia, consistencia, resistencia.
Lejos de la ausencia y con latencia.
Corazón y mente, por ti, en limerencia.
II
Verte el alma con mi alma,
sentir propio, dentro del corazón,
ser en calma, pero sin razón.
III
Bailemos una bachata en una calita,
que con los cinco sentíos’ siento que puedo si estás cerca mía.
Me encantaba esperarte en casa. El timbre me erizaba la piel. Sin más, iba a tu encuentro y bastaba una dulce mirada para rozar el mismo cielo. El noviazgo es la más lindas de las etapas. Sensación placentera que embelesa, donde el amor se impregna en tu ser, perdiendo la razón, bendita locura que embauca, cual limerencia.
El médico diagnóstico:
—Estado de amartelamiento. Totalmente enamorado.
¡No podía vivir sin Vera! Corría de la montaña hasta el río para ver a su pastora con el rebaño y encontrarla bajo un quejío. ¡Su Vera, la mujer de sus sueños! A quién buscó de orfanato en orfanato.
Sin exigencias de guión
ni risas enlatadas,
se agarró fuerte el corazón
y disparó varias miradas.
Con el tiempo ya pasado,
harta de hablar de coincidencia,
se centró en su significado
y entendió que lo suyo era limerencia.
La limerencia es del amor loco, su ciencia
¿Cómo puede ser indescriptible con palabras un sentimiento tan especial y tiene hasta nombre que lo define?
¿Por qué lo llamas limerencia cuando quieres decir amor?
¿Por qué lo llamas limerencia cuando quieres decir sexo?
La limerencia no necesita palabras; concepto hecho de hechos.
Aquella sinrazónme volvía loco sin miramientos,una atracción fatal de enamoramiento.Brujería para amarrartepor siempre a mis pies postrado,conjuros de amor constantespara tenerte eterno a mi lado. No hay razón que pueda entenderesta obsesión idílica,de pensante y no tenerte…se me va a soplos la vida.
Todos los días pensaba en él, su necesidad era tan grande que lloraba presa de su limerencia, pensando en la única vez, aquella única vez que, le sonrió; lo hizo para conseguir el número de móvil de su enemiga.
Ansiosa, excitada, con esa sensación en el estómago. Así estaba yo. Así me sentía cada vez que le miraba desde la ventana, desde la terraza del bar. Ahí parado día tras día, ni una palabra, ni una mitrada. Adiós limerancia. Ahora tengo una furgoneta, jamás volví a ver al Seat León.
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