I
La belleza comienza por el interior, ¡pero qué bonitas estas vistas desde primera línea!
II
Bonito adorno, mas nadie diría que su esencia es de antaño. Que de la mano van el cuidado y el cariño.
III
Chapa y pintura, aunque en este caso hierro es. Y de tu mano sanadora la belleza puede florecer.
La abadesa del convento de la calle Pez me ha pedido que dé un repaso a las rejas de las ventanas. Forja en negro. Mientras voy pintando con el pincel fino siento una voz que me susurra: «Sácame de aquí».
Sólo me queda esta capa y listo. A quién se le ocurrió decir que a las rejas le hacía falta una manita de pintura. Si lo llego a saber. Ya no me pasa más. Ni una más. Si tendría que estar en Sevilla mismo, que es Semana Santa, por Dios. ¿Decías algo? Nada, nada, ¿cuántas rejas más hay que pintar cariño?
Pinto…
Hasta que no termine la segunda mano no pienso sacar los cadáveres de la casa.
Sí, pinto casas.
Así pintaba, así, así…
Así pintaba, así, así…
Así pintaba…hasta que me tiró la brocha a la cara.
Ni las altas temperaturas
evitaron,
que acabase su jornada.
Ni sus malas hechuras
lograron,
que apartara mi mirada.
Pintor que pintas ventanas,
no manches las persianas.
I
Pintor que pintas barrotes de ventanas en colegios de monjas, píntame angelitos negros…
II
Primer pintor portugués pidió pintura prestada para poder pintar preciosos paisajes por poca pasta.
(Homenaje a la P y al Niño del Zurraque)
III Microrrelato (versión escalera)
¿Me explicas, querido pintor, para qué me has traído si doy mala suerte si pasas por mí, y encima no te hago falta?
Juanma García
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