
Las raíces de mi patria se aferran a la tierra, aunque el viento de las despedidas las quieran arrastrar. En cada lágrima, un recuerdo; en cada abrazo, una promesa. Los que partieron llevan consigo la esencia de un hogar, mientras los que quedan luchan por mantener enraizada la esperanza de un regreso.
Manuela Sánchez
I
Buscando en mi tierra profunda,
mi ser se enraíza firme y fecunda.
Con cada paso en el suelo fértil
mi espíritu crece, firme y hábil.
Echa raíces mi alma errante,
en la calma de un suelo constante.
II
Penetran en lo profundo, serpenteando la tierra con sabiduría antigua, bebiendo del manantial secreto de la naturaleza buscando su origen.
En el silencio del subsuelo, tejen un vínculo con la tierra que la acoge, abrazo invisible donde fluye su existencia.
Anita
No quería tomarme la leche y me escondí en el armario de la abuela…
En el fondo estaba una caja que nunca había visto.
Me agaché para verla de cerca y al tocar la tapa, se abrió.
Y una niña rapada, con un pijama a rayas me miró desde dentro.
De pronto, entendí a mi abuela y a sus silencios.
La Renacida
I
Venas ocultas de la tierra, enredadas y conduciendo el pulso de los siglos en el silencioso tapiz subterráneo de la vida, nutriendo la esencia de lo visible, aferradas al pasado ancestral. Vínculo silente entre la tierra y el cielo, memoria viviente de un origen inmutable, sosteniendo, en su encrucijada subterránea, la perpetuidad del ser y el ciclo eterno de la existencia.
II
Botánica y lenguaje, lenguaje y botánica, dualidad donde en ambas significa el inicio profundo y esencial, ya sea en el crecimiento de un árbol o en el desarrollo de la palabra.
Nemesio Laverde
i
Sevilla como raíz, finalidad y final.
ii
Aquende un castellano que reconquistó y fue conquistado, coronado y subido a los altares que se enraizó en el Paraíso Terrenal.
iii
Algún súbdito cualificado que verse explicación, en los períodos temporales por los que deambulamos, sobre la raíz de tanta guerra
Rey San Fernando
I
No sé si es más complicado echar raíces en el lugar adecuado o las raíces cuadradas…
II
¡Vayamos a la raíz del problema!
III
-¿Y si la raíz del problema son las raíces cuadradas?
+No me vuelvas loca que voy pa la pelu que mira qué raíces tengo.
IV
Árboles, lexemas de la vida.
V
La raíz del problema fueron las raíces del Ficus y toda Triana llora desconsolada por su emblema.
Juanma García
Cual majestuoso árbol y sus centenarias raíces se siente uno. Pues el arraigo a tu tierra te da el sustento necesario para seguir floreciendo en tu día a día. No se perfora, nunca, pues ya nada sería lo mismo. Es un vínculo de por vida. No lo olvides
Patricia Delgado
I
La última cena, el último juego de mesa, el último “buenas noches”, el último desayuno.
Maletas preparadas y “¡Ya nos vamos!”. El pueblo esperará hasta el verano que viene…
II
Los vellos de punta al compás de esa melodía, el pellizquito en el corazón por esa letra, la lágrima asomando por los ojos por el estremecimiento del alma… Síntomas de tus raíces que siempre te acompañarán.
III
Han forjado tu forma de ser, de vivir, de sentir, te diferencian de los demás… Más no te atan, van a la par: tus raíces y tus alas.
Rocío C Gómez
La idea de pasar un mes en la Polinesia fue de Carlos y la de fundirnos con la población autóctona de Inés. Creo que fueron aquellas raíces en forma de insecto lo que nos sentó mal al estómago y tuvimos que regresar antes de tiempo en un vuelo de emergencia.
Arancha Naranjo
Toda la vida estudiando las raíces de los números y darme cuenta que para gestionar la vida, no son necesarios.
Ángel Salgado I
Podar una planta para hacer que crezca más. Cortar sus ramas y tratar de avanzar. Regar la tierra y añadir sustrato, cuidar. Al final, las raíces harán su trabajo o quizás, de tanto esmero, acaben saturando.
Ángel Salgado II
Tú y tu mirada, sois la raíz de mi amor por ti. No mires a otro lado, da la cara y mírame a mí.
Ángel Salgado III
Rasgar, en lo más profundo.
Indagar, sin preguntar, sin más,
esperando que sobrevida al mundo.
Confraternizar sin disimulo,
esperando encontrar, rescatar,
de ti, tu raíz, lo más profundo.
Ángel Salgado IV
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