No veo el momento. Los nervios se apoderan de mi, apenas puedo abrochar mi camisa, con estos nervios revoloteando. Ya me coloqué mi jubón dando forma a los faroles en mis brazos.
Los cervantinos están perfectos, tras los últimos retoques. Ajusto mis calzas y creo que ya estoy listo. El escudo de la beca descansa sobre mis hombros y pecho, a modo de orgullo. Mi vida tunantesca se refleja en mi escueta capa, apenas varias cintas de colores lucen sobre mi espalda, la experiencia hablará por sí misma en unos años, labraré de a poquito mi camino.
Me declaro bohemio, si. Un trovador que lleva a cuesta su guitarra, tras la que se esconde tímidamente, para engrandecerse cantándote con el alma, a ti, mi dama elegida, la misma que se asoma a un balcón singular, de amplio pedestal, enmarcado por la Catedral, sita en la Plaza del Triunfo, donde una vez más, te rondaré emocionado bien cerquita.
Estrofas escritas en romance sonarán en tu honor, cortejándote a ti, mi Inmaculada, en esta ciudad Mariana, tierra de María Santísima, que abandera su idolatrada devoción. Repiques de campana dan el toque de queda, no sé si proceden del alminar de alminares, o si al resonar dentro de mí, me confunda, y quizá te cante antes de tiempo, algo que no me importará, sería pues de ensueño…
No quiero cantar ante ese balcón esquinero a un Don Juan Tenorio, el mismo que pareciera susurrar: ¡cuál gritan esos malditos!
Tampoco mi cantar encontrará derroche en la Placita de Santa Marta, muy a pesar de su encanto salpicada de naranjos.
Asimismo las letras de mi cántico no lucirán su esplendor en el Arco del Postigo, a pesar de ser pasaje de recogimiento en esa Semana Grande por primavera.
Yo solo quiero cantar bajo tus pies, a ti mi bella dama, mi dulce canción de ronda, mi canción estudiantil, esa que para ti compuse, engalanada entre bandurrias y panderetas, declarándote mi eterno amor.
Una ronda en Santa Cruz, en una noche perfumada, entre clavelitos y amapolas, sin desafino, no podría permitírmelo, no podría. Me enredaré contigo y el viento, y entonces a coro cantaremos, “quiéreme niña del alma”, cuando yo te ronde a ti…
Deja una respuesta