
I
Los quijotes de hoy, armados de ideales en un mundo descreído, con armaduras hechas de sueños y terquedad, desafían la indiferencia de un mundo pragmático, se lanzan contra molinos disfrazados de muros burocráticos y de promesas rotas. Luchan sin tregua, sabiendo que en sus almas brilla la llama de lo imposible.
II
Ridículos para muchos, admirables para pocos, cabalgan hacia ideales que otros han olvidado. Son los últimos románticos en un tiempo que ya no comprende la virtud de sus batallas.
Nemesio Laverde
La pequeña llegó llorando del colegio.
Con el corazón encogido y sus medias palabras le explicó que una niña de la clase de mayores le había quitado su juguete.
Llamó a la profesora inmediatamente y ésta le contestó con un: «son cosas de niños».
Volvió a pasar tres veces más, con la primera, cuatro.
Así que a la mañana siguiente, antes de despertar a su más grande amor, avisó al trabajo de que llegaría un poco tarde, se puso un chándal, una bandana em el pelo y cuando su Paco le dio un beso y un «qué tengas buen día, Lola», ella le contestó…»llámame Qui, Quí-jota»y seguidamente fue cantando a despertar a la luz de su vida.
La Renacida
I
Quijote tiene una rima… ¡qué carajote!
II
Una vez le escribí a todos esos Sancho Panza que desde el segundo plano, algunas veces invisibles, otras veces con gran protagonismo, varios pasos atrás de su valeroso, o no, caballero, o no, hidalgo, son esos que le aportan sensatez al protagonista de todas las locuras de la vida.
III
De Quijote te tildé un buen día
tus hechuras y valores así lo merecían.
Varios fuimos tus fieles escuderos
Todo ellos acabamos en el caldero.
Criterio derrochabas ante todos, por doquier
Un incomprendido de todos los gobiernos
En un mundo de falsedad que mira al ayer
Eras capitán y líder ante los contratiempos.
Juanma García
i
Cervantes y su Quijote. Autor y obra. Pareja invencible e inigualable.
ii
Sempiternamente admiré a esos quijotes de batallas perdidas que, a sabiendas, se exponían y se entregaban por mantenerse firme en su pensar.
iii
Todos locos, todos quijotes, todos cuerdos en su locura.
Rey San Fernando
Caminaba en círculos mientras intentaba dilucidar…
El sentido de la vida a veces es un sinsentido, amamos sin amar, miramos con los ojos y no con el corazón, tocamos con las manos y no con el alma, peleamos con gigantes, como el Quijote y al final no somos nada…
Avanzamos con paso firme sobre arenas movedizas que no nos llevan a ninguna parte
Y seguimos… Y vivimos… Sin vivir.. sin sentido…
Manuela Sánchez
Las discusiones familiares de sobremesa, cuando se sacaban los licores y los cigarros, eran siempre las mismas. Los mayores creían que hacían falta más personas como Sancho Panza, mientras que los jóvenes defendíamos a don Quijote. La paradoja es que ninguno habíamos leído a Cervantes, aunque todos hablásemos con erudición.
Calila
I
Cada día, cada noche, siempre errante, siempre enloquecido, Quijote vagaba entre sombras recorriendo las calles cual caballero andante perdido en tiempos sin gloria. Siempre hablaba consigo mismo, su mejor y más fiel consejero, siempre alzaba su voz al viento, como si combatiera fantasmas que solo él veía.
II
Cada calle era su reino, cada esquina, una batalla. Con su mirada perdida y su gesto altivo, el loco del barrio soñaba con hazañas imposibles, y en su delirio noble, hallaba la gloria que la vida le negaba.
III
Le llamaban loco, Quijote,
caballero sin corcel;
con su perro, siempre fiel.
Batallando sin derroche,
soñando ser quien no es él.
IV
Quijote le llaman, hidalgo valeroso
Un caballero de libros de aventuras
Intrépido en su ser y en su estar
Jinete impecable, corcel indomable.
Obediente siempre a sus ilusiones
Temible en cada una de sus decisiones
Espíritu impulsivo siempre veía gigantes.
Anita
I
Como Juana sin su locura,
como Mateo sin su guitarra,
como Quijote sin su Sancho,
un sueño que se desgarra.
Como una flor sin su rocío,
como un río sin su cauce,
como un eco sin su sonido,
un sueño que no nace.
La vida, un camino sin huellas envuelto en la noche en penumbra.
II
Lo llamaron iluso, le dijeron que hacía castillos en el aire, que la inmadurez se le había quedado prendada de por vida. Que aquellos molinos no eran gigantes lo sabemos todos pero, por aquello mismo, a valentía no le ganaba nadie.
III
Locura literaria, de miedos gigantes. Enamorado del Toboso, temeroso de la blanca luna. Siempre acompañado, siempre protegido de su fiel escudero de gran panza y mucho tino. Mientras, Rocinante ya es caballo viejo y desgastado cabalgando por dunas hasta el final de su sino.
Rocío C. Gómez
…y es que tuvo que escribirse en Sevilla. Un Quijote entre rejas, en Sierpes, hidalgo Caballero andante, donde la musa de sus sueños, Dulcinea, rara vez, le llevaba a la cordura. Quizá una atmósfera hispalense hizo de las suyas para tan gran Cervantino ejemplar…
Patricia Delgado
Todo eran risas hasta que los molinos se convirtieron en Gigantes que asaltaron las aldeas y entonces ya no había Quijotes en el pueblo…
Ángel Salgado I
Desde un baluarte del Caribe, quiero ver al Quijote surcar los mares para gozar con las Dulcineas del lugar bailando rumba al son de timbales y maracas, mientras Sancho sonríe abrazado a Rucio bebiendo ron en la plaza más cercana.
Ángel Salgado II
Don Quijote, hidalgo y señor,
de su Dulcinea un soñador.
Sancho Panza, su amigo inseparable
que le guía junto a su caballo Rocinante.
Batallas inventadas por sus ideales,
no fueron mentiras, no menoscabe,
mas si nunca fueron reales,
de sueños se vive, como bien se sabe.
Ángel Salgado III
Sanchoooo, Quijote, Quijoteee y Sancho…
Ángel Salgado IV