
La pila bautismal, antaño sagrada, yacía olvidada, cubierta de musgo. Cada medianoche, un eco resonaba: el llanto de un bebé. Nadie vio el espectro, pero el agua oscura burbujeaba. Se decía que un infante jamás bautizado había caído allí siglos atrás. El agua, ahora fría como la muerte, susurraba su nombre.
Manuela Sánchez
A los quince años éramos unos gamberros. Como cuando echamos tinta china en la pila bautismal. Inés quería matarnos al ver los faldones negros de su hija y que no había forma de solucionarlo para las fotos del álbum. ¡Qué lío! Tuvimos que pagar los desperfectos y un segundo bautizo.
Calila
Salí corriendo a buscarte y en ese frío y vacío jardín no te encontré. En una esquina el viejo pozo cerrado, enfrente la pila, cerca de donde nos dimos nuestro primer beso. No estabas allí, pero te sentía conmigo.
Ángel Salgado I
En brazos te llevé, en mi corazón te tengo y, aunque sea un primerizo, por el camino de la vida te guiaré.
Ángel Salgado II
Viajar, descubrir, vivir…
para estar, oir, sentir…
Ángel Salgado III
I
Tallada en la roca, parecía olvidada entre musgo y grietas. Alguna vez, el agua bendita rozó frentes inocentes. Ahora, solo la lluvia la llena, como si el cielo aún quisiera bautizar a quienes nadie recuerda.
II
La piedra fría sostenía la pila, erosionada por siglos de agua y fe. Ya nadie se acercaba, pero el viento seguía susurrando oraciones del pasado. Tal vez, en su pétreo silencio, aún guardaba la promesa de un nuevo comienzo.
III
Piedra sagrada en su honor,
Inscribiendo fe en su interior,
Lágrimas y agua en bendición,
Alma renace con fervor.
Anita