Me ha dicho Arancha con rencor…
que no te perdona, querido Juan, que te marcharas como te marchaste al otro lado del cielo… y que dejaras a Cádiz como la dejaste aquel día de mayo, con los veranos atragantados y con el carnaval vestido de luto.
Si Juan, de luto..
Con la mano levantada, pero de luto.
Con las cejillas susurrando nuevos estribillos, pero de luto.
Y con el levante desorientado por culpa de ese maldito luto que lleva tu nombre y tus apellidos; desde ese día, ya no le levanta la falda ni a Arancha ni a nadie.
Arancha, la misma que tiene un hermano que es canela en rama.
Arancha, la misma que prefería el atractivo cultural de Sevilla o de Madrid.
Arancha, la misma que con el paso del tiempo se enamoró de tu pluma Juan, de tu valentía, de tu música,… y de tu forma de clavarle el colmillo ensangrentado al mundo, a veces diciendo de todo… a veces sin tener que decir nada.
Pues a esa misma Arancha saludé el otro día Juan, y es normal que ahora sí te tenga rencor, porque ahora es cuando le va lo gaditano…
Y es que ahora le gusta vivir en este ancla del sur, que es el lugar perfecto para ver morir cada tarde al sol y dejar que el poniente le despeine los besos a las mojarritas y a la caballas.
Qué curioso Juan, ahora… justo ahora cuando ya tú no estás, pero te recuerda, te tatarea, te menciona, …
Como hacen miles de peregrinos, o miles de americanos, o miles de millonarios que, aunque el dolor de no tenerte nos apalee, la sonrisa de haberte tenido es razón mas quesuficiente para cantarte, para recordarte, para mencionarte.
Cuídate cabeza, y sigue sonriendo cada vez que Arancha mencione la palabra Cádiz.
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