Sentidos ocupados en la aventura tan fantasiosa como real al conjugar las declinaciones carnavaleras que poco tienen de lengua muerta cuando los que nos quedamos muertos somos nosotros cada febrero… (o cada abril, o mayo,…)

Delirios al rebuscar en mis adentros…
Delirios del que desgrana cada frase de pasodoble y desea ser capaz de plantar mi tinta en el papel con la belleza de Tino, con el arte del Selu, con la crudeza de los Carapapas, con la magia de Martínez Ares o la ironía de Vera Luque.
Delirios al tararear cada coplilla como si mis pies estuvieran pisando esas benditas Tablas de las que todos sabéis que hablo en cada kilómetro conduciendo, en cada segundo respirando.
Delirios casi obscenos al sentir cada estribillo como tuyo mientras me pregunto por qué mis quejíos no me desgarran el alma como los del Carli, por qué mi voz no suena a pentagrama como Ramoni…
Delirios de un escuchante perenne que lo siente como Subiela, que lo adentra como Javi y siente la desgracia de no ser capaz de transmitirlo como ellos…
Delirios al escuchar cada una de tus palabras, Capitán, cada uno de tus piropos, cada una de tus reivindicaciones, sean en el idioma que sean…
Yo y mis delirios de carnaval…
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