Bien podríamos haber titulado este artículo de opinión como Piqué y la selección o Piqué y el sentimiento patriótico o,… tantas y tantas opciones como posibles opiniones a una temática que conlleva tanto riesgo como diferencias.
Este que escribe no ve tanta dificultad a la hora de entender la trama de una película de otro tiempo pasado e infinitamente peor. Piqué, catalán por tanto nacido en el trozo de tierra que es su día alguien limitó llamándola España, pasa -se la pela según él mismo- del país como tal. Ya somos dos. Independentista o no, -ahora al que se la pela es a mí- hablamos de uno de los mejores centrales del mundo del fútbol y eso implica poder ser seleccionado para representar a un equipo combinado con los mejores jugadores posibles para enfrentarse, en un terreno de juego y no en un teatro político ni en un campo de batallas, a otras escuadras con la camiseta y las calzonas de otro color para diferenciar a quién se la pasa y a quién no.
Hace alguna década, los equipos sólo podían tener tres extranjeros, como tal, y desde la entrada en Europa y la famosa Ley Bosman, los nacidos es Europa no ocupaban dicha plaza de extranjería. Luego, el que hace la ley hace la trampa y aquel que tuviera una tatatatatatatatarabuela de ese país ya podría ser considerado como tal y nacionalizarse para mantener vivo un negocio muy rentable y llenarse un poco más sus propios bolsillos. Pues este tatatatatatatatarataratararanieto de española, que, a día de hoy, sigue sin saber hablé castellano, puede jugar con la selección sin ser tildado de “mal hijo de la patria”. Chorradas.
¿Acaso Pizzi, Donato, Chicho Sibilio, Juan de la Cruz, Laporte, Di Stefano, Kubala,… sienten o sentían la madre patria? Más chorradas.
Separemos de una vez las banderas, los ideales, la sinceridad y las formas de expresarse a un lado y démosle valor a los mejores por lo que son y por lo que representan porque al final, ellos que son profesionales, y Gerard Piqué lo es, solo buscan prestigio profesional y les importan las banderas, los escudos y las aficiones el mismo pimiento al que le escribimos la semana pasada.
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