Domingo, sí, y lo es, el Domingo tan ansiado, tan esperado. Atrás quedaron los íntimos, los más desarraigados. Ya no quedan excusas, ni tiritas en las farmacias, ni lazos en Velasco, ni medallistas ni estampas. Ya no hay vuelta de hoja al almanaque, ya no quedan corbatas, ya solo queda vivirlo hasta altas horas de la madrugada.
Es Domingo de Ramos y Sevilla amanece victoriosa, atrás quedaron aplausos, calles vacías y sosas.
Sevilla estrena ilusiones, atrás quedaron las otras; Sevilla estrena recuerdos, deseando ver la primigenia en Campana. Que se abran las Puertas del Cielo, qué bonita la mañana, ¡cofrades a la calle! ya exaltan, con los nervios, las prisas y las palmas.
Sevilla brilla como nunca, o como siempre, salvando las malditas distancias, es Domingo de Ramos, es Domingo de Amargura.
Sevilla engalanada, temblorosa y en fervor, espera que deje Triana su Estrella de la Mañana, que la Plaza del Salvador, se inunde de infantes y viejos cofrades, de Socorro y mucho Amor.
Domingo de ojiva por San Julián, de cuadrilla a tierra, los dos costeros por igual, Humildad y Paciencia ySubterránea María, de Plazas con solera, los Terceros y Molviedro a reventar, esperando sones familiares que llevan en volandas a unos costaleros, que en los rezos sentidos de un capataz, le dan sentido a un paso lento, firme, elegante, acompasado, sin igual, caminan despojados de sus vestiduras, camino de la. catedral.
¡Silencio!
¡Silencioso e Inmaculado!
¡Pulcritud por San Juan de la Palma!
Camina Jesús, en su Silencio más blanco, lo sigue una banda con aires de gran barrio. Silencio musical, solo de Silencio Blanco, mientras en el barrio lloran de Pena, mientras reciben a La Estrella que de Sevilla regresa ya.
Domingo de Ramos,