Desdibujada la sonrisa, encerrada en su propio yo, el silencio fiel compañero. La distancia y la presencia a pesar de no estar, estas…
Largas filas sin sentido para alcanzar algo ya perdido, la única es la ignorancia que no sabe de pérdidas sino de encuentros de descubrimientos y poco a poco se esfuma.
Miradas que se entrecruzan y se pierden entre sí, imaginando lo que sería en caso de que pasara, ojos profundos y vacíos con nada que aportar, nada que decir.
Sentimientos encontrados, corazones que pertenecen y a la vez no son de nadie, ¿a dónde vamos, más que a la nada, a lo que cómo viene se va, cómo aparece se desvanece?
¿Qué somos, más que pedazos de nada unidos con algo o trozos del todo que se deben conseguir para unirse y ser parte de esto, del resto?
Somos, estamos, pertenecemos, aunque carecemos nunca nos falta, aunque sufrimos, nada nos cansa y seguimos y seguimos por un camino aunque desconocido, lo conocemos, de algún modo, lo que somos, lo que hacemos, lo que debemos, lo que tenemos y para que estamos.
Los que para ser felices, en un mundo inentendible, ininteligible, ininterpretable lleno de tantas cosas y tan vacío a la vez, la felicidad es propia no de los demás y así nos perdemos, nos entregamos al todo, a la nada y continuamos con nuestra sonrisa desdibujada pero perenne.
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