El abuelo falleció.
Y, por fin, entró en aquel garaje polvoriento cerrado a cal y canto desde antes de él nacer.
Mamá pasó detrás de mí y empezó a sollozar, intentando ahogar su pena con una mano en la boca.
Allí, al fondo, estaba el sidecar de la abuela.
Ahora, estaban juntos.
Veía a don Quijote y a su escudero delante de mí en el semáforo.
Ambos llevaban yelmos; el escudo sujeto al sidecar protegía la espalda de Sancho.
Solo me dio tiempo a sacarles una foto. Cuando se encendió la señal verde salieron a toda pastilla a satisfacer entuertos con malandrinos.
Con el propósito de alcanzar sus objetivos y mejorar y revitalizar su inexistente vida romántica. Isabel alzó la ceja, mía…, gatito, pensó al ver el cuello masculino de su jefe al quitarse el casco y dejarlo sobre el su nuevo y exclusivo Sidecar. Tenía tantas ganas de montar en él.
Un banco de espesa niebla me impedía ver con claridad la carretera. Un piloto rojo trasero me advertía que un coche me precedía. Seguramente tendría el resto fundido. Que imprudencia, luego vienen los accidentes, así no. Su velocidad era mínima. Estaba apunto de adelantarlo cuando me percaté de qué se trataba. Un sidecar a lo vintage. Vaya, me anticipé…
«Ya son doce años yendo juntos al trabajo. Se lo tengo que decir, pero hoy no. ¿Cómo hacerlo? ¿Se ofenderá? Va tan a gusto ahí sentado… Debo decírselo, aunque no esta mañana. A la vuelta tal vez. Soy un monstruo, solo le llevo para que no vuelque la moto».
I
Nadie dijo que fuera fácil, pero aún marcha haciendo ruido. No quiere que lo olviden, mas cómo sería eso posible.
II
Se fue con todas las de la ley. Su convicción férrea lo llevaría por buen camino.
III
Tanto tiempo esperando la escapada y el viaje había comenzado mucho antes.
Mira qué bien van los dos…
Yo con ir, sería feliz.
Vehículo de uno
adaptado para dos
que circula sobre tres.
Y van a tomarse cuatro.
Caminando por la calle yo te vi y (al verte en un sidecar) me enamoré de ti.
Por la raja de tu falda yo tuve un piñazo con un sidecar.
El amanecer me sorprenderá, dormido, borracho en un sidecar…
Mi sidecar me lo robaron, estando de romería, ¿dónde estará mi sidecar?
No es lo mismo ser que estar ni sidecar.
I
Tal vez sea una mirada al pasado
Tal vez solo haya sido un sueño
Tal vez la guerra haya acabado
Tal vez una imagen de pequeño.
II
Un sidecar o la excusa perfecta para quedar con tu compadre e iros de fiesta. Solo puede beber uno…
Vive tu vida y que todo vaya sobre ruedas. Si le pones sidecar, compartirás felicidad.
Asomado a la ventana, Manuel Montoya ve, a lo lejos, un precioso sidecar restaurado rodando por el centro de Madrid.
Se vuelve a su «santa» que está reclinada sobre la chaiselonge y le espeta….: «Echo de menos los tiempos de sidecar, tupé y faldas estrechas»
María, apartando la copa de sus labios con exquisito gesto, contesta:
«Querido, sólo necesitas,
*60 ml de brandy
*30 ml de licor Triple seco.
*30 ml de zumo de limón
*Hielos.
*1 copa.
Y, en una coctelera, introduce todos los ingredientes, menos el hielo.
Agita y sirve el contenido sobre los hielos previamente depositados en tu copa…
Verás como la nostalgia se aleja.
Y, dando un nuevo sorbo, siguió ojeando el Hola…»
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