Tras todo un día encerrado en la parte alta de la nave, viendo cómo el mundo se volvía agua, decidí salir a intentar salvar mi coche de la desolación.
Desde la ventana veía subir el nivel del líquido elemento.
Todo en mi interior lloraba por lo que, ya, era una catástrofe humana.
La Renacida
I
La tormenta golpeó como una sentencia: las aguas no solo arrasaron calles y hogares, también se llevaron certezas y dejaron una sociedad exhausta, hundida en una miserable realidad. La sociedad, al igual que los edificios, fue arrastrada en el lodo de su propia fragilidad.
II
La esperanza quedó varada, ahogada en la impotencia colectiva. Lo que antes era sólido, ahora no era más que sombra y silencio.
III
Miradas vacías vagaban entre los escombros, buscando sentido entre las ruinas. Buscando vida. La confianza se evaporó junto a la calma, y en su lugar, solo quedó el peso frío de la desolación.
Nemesio Laverde
I
El tintero se inundó de agua y el poeta ahogándose solo atinó a poner el punto final a su historia.
II
Gota a gota erosiona, de esta forma, mata, y sin embargo, no podemos vivir sin ella.
III
Del cambio climático hablamos cuando sequemos la ropa, ¿no?
Juanma García
Bajo el negro manto suenan las sirenas, mientras a lo lejos el agua resuena.
Se escuchan lamentos bajo la tormenta, truenos y centellas silencian las penas…
Aumentan las aguas, el viento arremete bajo aquella imagen todos se someten…
Daños por doquier, pérdidas y heridas, se ha llevado almas, ha dejado pena.
Manuela Sánchez
Primero vino el viento, el presagio. Luego vinieron las gotas, el inicio. Y ya todo se precipitó. Cortinas de agua que arrasaban a su paso. El nivel del agua que no dejaba de subir y el sabor amargo del barro en la garganta. Dicen que la vida sigue. Quiero creerlo.
Calila
I
El agua lo cubrió todo, las calles eran ríos desbordados que empapaban y arrastraban asfalto y adoquines, llevándose paredes, árboles, caminos… secuestrando para siempre los recuerdos, las vidas.
II
Desbordados, con ojos perdidos en el agua que se negaba a retroceder.
La lluvia, indiferente, seguía cayendo.
III
Tantas lágrimas derramadas, ahogadas en el cauce de la desgracia.
Anita
Deja una respuesta