
En mi viaje, me enfrenté a situaciones que demandaban la parte más funcional y cognitiva de mi cuerpo, la parte que más había sufrido los malos hábitos de los últimos años, pero aún así me respondió lo suficiente como para poder arribar.
Tuve que lidiar con escenarios particularmente complejos, para mí, los demás se veían muy cómodos en el proceso, pero yo tenía que estar 24 horas sin fumar, con ansiolíticos, y en plena abstinencia. Tuve que lidiar con estatales, pobres estatales, mi prejuicio me dice que son todos igual de inútiles, pero en este caso sí era verdad, eran todos igual de inútiles; Esto ponía más trabas a mi viaje, pero lo logré, ante todo pronóstico, llegué a Dublín y no al Cairo. Llegué hacia el cielo y las nubes, y llegué a Dublín, y sí, llegué a Dublín, cansado, sin planear y sin dormir. Esta historia comienza muchísimo antes, otro día me tomaré el tiempo de desarrollarla, si la vida me lo permite, porque si llegué a Dublín, cansado, sin planear y sin dormir.
