—Las historias son muy distintas en mi lugar de origen. Por este motivo vine a Hósiuz. Necesitaba saber más sobre las princesas de Turmalina, ahora sé que Híz es todo lo que deseaba encontrar. «¡Mataría por conocerla!», —manifestó Didig con una risa, mientras su mirada atravesaba la oscuridad de su esencia oculta antes de que nadie se percatara de ello. Por eso esquivaba la curiosidad del joven por su procedencia. Él jamás imaginaría que se trataba del reino de las Trece Cimas, ni cómo lo puso en pie, sobre la sangre derramada por su devastador ejército de Hecát.
“Tándem se encontraba en la llanura”. Lo descubriría más adelante y, hasta entonces, tuvo la oportunidad de estar entre nosotros usurpando el cuerpo de una indefensa criada de palacio.
—Muy bien, Didig. Desde ahora es sumamente importante que no te alejes de mí, nuestra meta será alcanzar tu objetivo. ¡Solo una catástrofe impedirá que conozcas a la princesa esta noche! —le aseguró Merhug, mientras la llevaba a donde todavía se encontraba la princesa hablando con sus compañeros.
—¡Príncipe, Órez! ¡Príncipe, Déstuz! ¡Necesito la colaboración de ambos para proteger Hósiuz! —manifestó Híz a sus compañeros. En ese momento, ambos se levantaron tras honrar el nombramiento, luego, todos sus compañeros subieron al estrado para abrazarlos y animarlos a intentarlo en otra oportunidad.
—Vamos a celebrar, esto todavía no ha terminado, tenemos el resto de la noche por delante. Brindemos por ella, “la guerrera más brillante que ha dado el Alcázar Real”, —gritaron ambos saltando con el fin de obtener el privilegio de portarla sobre sus hombros.
—Por ella, Híz Tidartiz, la primera nombrada —proponían los príncipes Órez y Déstuz levantando sus copas e invitando a los elfos reales a levantarse, y brindar.
Para cuando los entusiastas, pero siempre correctos turmalinos vaciaron sus copas, muchos de los aldeanos se habían unido a ellos en un segundo brindis… ¡Duendes! ¡Ninfas! Y algún que otro enano, a pesar de no ser los más sociables. Todos coreaban juntos a la joven elfa real, cuando el sonido de las flautas y violines los animó a bailar.
Más oculto entre las sombras, ¡alguien observaba todo lo que estaba sucediendo! Nadie parecía haberse percatado. ¡Solo Híz! Ella siempre estaba alerta. Y sin llamar la atención, se retiró para acudir a la llamada de su instinto, internándose en la oscuridad producida por las tiendas, cuando algo o alguien tiró de ella, agarrándola con fuerza.
—Estará satisfecha, cuidadora del unicornio —susurró una voz gélida en su oído, sin guardar un espacio prudente con ella. Esto permitió que Híz sacara su daga y la colocara con destreza en el vientre de su captor para amenazarlo.
—No soy jinete, no hasta que pueda unir mi espíritu al de una yegua sagrada —manifestó la guerrera entre dientes y, girando su atlético cuerpo con extrema agilidad, tiró a su captor al suelo—. ¡Tú! —gritó sorprendida—. La mano, consejero, —dijo emocionada mientras se apartaba y sacudía los ropajes del príncipe Zeldriz—. Pensé que estabas muy ocupado para acudir al nombramiento de tu hermanita pequeña —confesó Híz, llena de felicidad al tenerlo consigo—. ¡Vamos, hermano, tomemos una copa! —dijo sonriendo, invitándolo a celebrar.
—No estabas equivocada, hermana, es cierto que no había previsto asistir. Sin embargo, los últimos acontecimientos me obligan a pedirte que vengas conmigo sin hacer preguntas. Necesito que confíes en mí. Por tu bien y por el bien del reino —le aseguró, sabiendo que el traidor la estaba buscando y que debía protegerla.
—Me preocupas, hermano, pareces enfermo. Y lo que me pides carece de sentido. ¿Qué puede ser tan importante como para ausentarse del nombramiento? —le preguntó, observando que parecía enfermo.
—Lo siento mucho, pero no puedo darte una explicación por ahora. Solo te aseguraré que no estaría aquí de no ser por lo que he descubierto —manifestó, ahogándose con un dolor terrible que le resultaba cada vez más inquietante, pues parecían los síntomas de un tónico maligno… Pero ¿cómo? No recordaba en absoluto haber bebido o comido nada. ¡Hasta que se dio cuenta de que la pregunta no era la correcta! ¿Sin lugar a dudas, la correcta era cuándo? Y la respuesta, justo antes de salir de palacio, después de sentir un pinchazo al montar a lomos de su unicornio Luxaz.
—Él trató de advertirme, por esa causa se negaba a abandonar las cuadras, —murmuraba—. Me protegía, pero mis temores acerca de tu bienestar me impidieron verlo sesgando mi astucia. No obstante, sé que, tras la nube ocre, ¡puede apreciar algo más que la figura del traidor! Tu nombre se encontraba en el árbol de vida del rey Uzcam, con una leyenda al margen que te consideraba como una promesa a largo plazo en tiempos de pugna o conflicto, y después de examinarla en los árboles de vida que se encuentran en la biblioteca de la Ciudadela, encontré la conexión con Dikaz, y luego una prueba irrebatible… La madre y la hija tienen tres rasgos de nacimiento en forma de luna llena: desde la mejilla hasta la cuenca ascendente del ojo derecho, en forma de luna llena. No sé cómo es posible, pero después de todo, la pequeña Híz Tidartiz es mucho más de lo que nunca se hubiera imaginado.