
El terremoto había asolado la isla. En una de las calles se veía a unos niños jugando al parchís. Se reían y bromeaban. ¡Feliz inocencia infantil! Luego se oyó una voz y salieron corriendo, quedando el tablero entre los cascotes de lo que antes fuera una casa.
Arancha Naranjo
En medio de los escombros, cuatro sombras se reunieron para jugar al parchís. Las fichas de hueso se movían con un macabro tintineo. Cada tirada desvelaba secretos oscuros y venganzas enterradas. La partida se desvaneció entre susurros, dejando solo el eco de risas siniestras y almas atrapadas en el tablero.
Manuela Sánchez
La comba y sus cánticos en un patio de colegio. Esos juegos reunidos que se bebían las tardes. Los cromos, las estampitas de fútbol, esas colecciones. Creo que el rey de reyes podría ser perfectamente el parchís. Me niego a tirar por la borda esa anhelada infancia…
Patricia Delgado
Un paseo por el presente mirando al pasado.
Ángel Salgado I
Su infancia hecha añicos por culpa del paso del tiempo.
Ángel Salgado II
Las tardes se pasaban volando
entre juegos infantiles.
Yo, me quedaba mirando
a sus ojos tan gentiles.
Entre risas y algún enfado
al llegar la despedida,
de ti, acabé enganchado
en el juego de la vida.
Ángel Salgado III
Es una foto de un tablero de parchís roto en una escombrera.
Ángel Salgado IV
I
Dura batalla, dos bandos que parecían cuatro por la maldad que desparramaban. Colores que se enfrentaban y el azar haciéndose protagonista de la matanza.
Maldita suerte que me hizo ganar perdiendo a mis tres amigos en la contienda.
II
-El parchís es mío y me lo llevo- gritaba el niñito de papá cuando una combinación de magistral con dos seis y un cuatro destrozaron su estrategia temerosa.
-¿El parchís es tuyo? Pues cógelo-
Y el chaval de rojo destrozó el tablero guardándose su dado de la suerte.
III
La fama a corta edad, algunos excesos y el paso de los años, finiquitaron el mejor grupo infantil que recuerdo.
IV
La falta de cariño, la evolución y la pérdida de valores lo llevó al ostracismo y a la mendicidad.
Ya no se caen los dados al suelo, ni se pierden bajo el mueble bar de casa de tu abuelo.
Ahora los niños juegan al parchís en su teléfono mientras postean sus aventuras.
V
Napoleón no quería buenos estrategas, los quería con suerte y ahí entro yo, caprichoso y muy falso, con varias caras, capaz de todo.
No te aferres al azar que el azar no existe porque tu suerte soy yo.
VI
¿Seis? ¿Sexto microrrelato? Escribo otra vez…
VII
Menos mal que me ha salido un cuatro…
Juanma García
Metáfora de una vida llena de falsedad donde en cualquier rincón te puedes encontrar a alguien dispuesto a destrozarte en el camino. Tantas caras como colores y aquí solo ves cuatro pero la paleta está repleta de tonalidades y cabrones.
Por suerte y con ella, barreras para frenarlos.
El Mendigo