¡De nuevo vuelven mis recuerdos!
No lo puedo evitar, cuando se trata de algo tan nuestro, mi memoria retrocede a cuando de chaval veía a mi vecino Andrés cada mediodía cargado con su saco de arpillera, casi lleno de esos higos chumbos que cogía de no sé qué campo, donde parece ser era una auténtica mina por la cantidad de chumberas que había, y que él con destreza recogía no sin llevarse sus buenos pinchazos, y de sacar todas sus ropas llenas de espinas.
Recuerdo como su mujer, Consuelo, “la puñetera” como él la llamaba, le advertía constantemente ¡cuidaíto donde te pones a limpiarlos, que todos los días me pones la casa llenita de espinas!