
El paso ajado y lento, ya no puedo más… Subiendo por los montes con los del tricornio detrás.
Mejor dejarte aquí, que tu suela no me delate, tengo hambre y tengo sed, pero siempre adelante.
Compañera de penurias, tanto tiempo acompañándome, aquí te quedas, descansa, para mí es demasiado tarde.
Tras la dura jornada, me hallo
solo en mi consuelo, cansado.
Por ajenos, me siento maltratado,
de dolor reviento, me callo.
Sin merecer este final, a diario
siendo usado sin descanso.
Objeto de ti. Preciado remanso,
llega el final de mi calvario.
Cruel destino para los profanos
del culto libre de los desamparados.
Seguimos quietos, no abandonados.
En el suelo, juntos, sin más tiranos.

Fue bonito lo que te contaron, todo parecía un cuento de princesas con final feliz y pronto, muy pronto, te das cuenta que la vida no va de zapatitos de cristal y sí de reventar los zapatos buscándote las papas…
Cómo sería el camino, cómo la penitencia.
Andar entre chinos no es cosa que pueda cualquiera.
Gracias por los servicios prestados.
En mi casa, mi abuelo siempre decía: “niño, das más por culo que un zapato desplantillao” y debe ser cierto a la vista de los acontecimientos…
“Eso con unos zapatos Segarra no te pasa, no eran duros los cabrones” también oído en mi casa.
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