Tradición de pedir por los mios, los tuyos, los nuestros. Los de siempre, los que se fueron y los que vienen. Los que volvieron cuando se perdieron por el camino. Los que se perdieron y no regresaron. Tradición por los que estuvieron, están y estarán.
+ Hay que ver el ayuntamiento lo sucia que tiene la ciudad…
– Y la gente, primo, y la gente.
Fotos, estampas, juguetes… y luego el “colgao” soy yo por coleccionar funkos.
Dicen que son los ojos el reflejo del alma. Las bocas no hacen falta que hablen y por eso callan. Las comisuras de los labios hacia arriba y los ojos achinados. Los dos prendados en una fotografía tuya y mía.
Recuerdos de vidas pasadas,
caen, presas del abandono.
Sin memoria, arrojadas
a los designios de Cronos.
Fotos donde aún sonreíais, los juguetes del pequeño y una vieja estampa a la que le rezaba tu madre.
Recuerdos de un pasado no tan lejano…
En una cesta guardé todos nuestros recuerdos.
A veces los sacaba para ver si se me olvidaba algo.
¿Qué pasó entonces? Pasó el tiempo y ya no quedaba nada. Ya fue.
Me recompuse, volví a reír, volví a vivir.
Con lo guapo que salimos siempre en las fotos del DNI, para acabar en un cestillo junto al Gran Poder.
A veces un oleaje importante te zarandea, otras te deja en la orilla postales en una botella y otras te lleva sin rumbo, a un norte desconocido…
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