
Se quedó sola, la más deseada sin nadie que se atreviera a ir a por ella. Miradas, risas y largas charlas. Llegado el momento de la verdad, ya no estaba. Alguien con más valentía se había quedado con ella.
Ángel Salgado I
La más salada de su familia, la más rica del lugar.
Ángel Salgado II
De la mar salada a seguir salándose para salar tu paladar.
Ángel Salgado III
…y quién me diría a mí, una simple anchoa, que acabaría entre rebanadas de pan, con su chorrito de leche condensada, en un sinfín de paladares. Superé los colmillos del lobo marino, el ganchudo pico de una gaviota, atrapándome finalmente, la inmensidad de una red…
Patricia Delgado
I
Y se fue al Cantábrico buscando al amor de su vida…
II
Un cachito de pan, una anchoa y unas cervezas heladas.
III
Con mi canoa camino de Lisboa os esperáis la rima eeeeehhhh…
Juanma García
“Anchoa” suena inofensiva, pero carga sal y estereotipos. Del mar al plato, y del paladar al insulto vulgar, revela cómo una simple palabra puede navegar entre la gastronomía y el sexismo sin que nadie la detenga. Un término pequeño, con un trasfondo mucho más turbio que sabroso.
Nemesio Laverde
i)
Anchoa, pez humilde de los mares, no conoce trono ni blasón, mas su presencia en la mesa del pobre y del rey es signo de providencia. No por grande se mide su valor, sino por cómo nutre y une al pueblo bajo un mismo pan y aceite.
ii)
Maldito atrevido Don Pelayo, tan valiente, tan caballeroso y audaz que con su resistencia en Covadonga no permitió la conquista y por ende, imposibilitó que este Rey Santo, centurias a posteriori, reconquistase el reino de la anchoa.
Rey Santo Fernando
I
La abuela abría la lata de anchoas como quien abre un secreto. En cada filete, el eco de sus historias saladas. Yo no entendía cómo algo tan pequeño podía saber tanto a mar, a guerra, a infancia. Hoy, sola, la abro y entiendo todo.
II
La anchoa me habló. Nadaba en el cielo y me pidió que no la comiera, que era mensajera de las mareas futuras. No supe si obedecerla o buscar ayuda. Luego desperté: tenía sal en las manos y el sueño, todavía, sabía a océano.
III
Aunque pequeña, se impone en sabor,
Navegante eterna del mar y la mesa,
Con sal y tiempo guarda su honor,
Heroína humilde, sin falsa grandeza.
Oscila entre el lujo y la tradición,
Anchoa, del mar la bendición.
Anita
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