Te miro y construyo sueños, pesadillas tal vez, en una realidad distópica en la que navega este mundo del revés. ¿Qué más necesitas?,que un solo ojo para ver, si con tu sonrisa de drama la realidad no ves. Esa es tu gran virtud,tu pareidolia natural, porque, aunque irreal, no usa armas… ni mata jamás.
Sentado mirando a las musarañas,
observo perplejamente,
que tras tu apariencia tan extraña,
tienes cara de buena gente.
Resulta un tanto insólito,
que rezumes esa belleza.
Dado tu carácter estrambótico,
destacas en la naturaleza.
Carita de alma en pena,
no me guiñes tu único ojo,
Con esa cicatriz tan plena,
me haces ponerme rojo.
Corriendo por mitad del bosque, me encontré contigo. No supe como llamarte, pues del susto caí rendido. Las hojas secas que yacían en tu regazo, fueron mi cobijo.
Al despertar, con la luz del día, no te encontré por los alrededores. Tuvo que llegar la noche para volver a verte y, esta vez, conversar contigo. Oyendo tu historias de cómo, maldito, acabaste convertido en árbol y solo de noche vivo.
Observar, analizar, meditar el análisis y seguir observando para crecer aprendiendo todo lo que la vida nos depara.
La naturaleza es tan sabia que no sabría diferenciar si la madera en los bosques tiene ojos para ver…
A la callada manera, en penumbra y evitando el crujir de la madera, la tripulación duerme. Me siento observado.
Los cuadros parecen no quitarme ojo, esa canasta de mimbre me pone ojitos a mi paso,… uff, es el ojo de buey.
¡Maldita pareidolia y maldito ron de garrafón!
Simbiosis con la naturaleza para sentirme de ella y enraizar.
Simbiosis entre cartones y mis ojos parecen hablar cuando solo deben observar y sentirme dichoso al contemplar.
Simbiosis por la forma de mirar.
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