Recuerdo el primer libro que me leí con conocimiento y entusiasmo. Me lo recomendó mi profesor de historia del arte y, como se dice aquí, me lo “emprestó”. Era la novela de Umberto Eco “El nombre de la Rosa”. Me ayudaría a conocer mejor el románico y su impacto.
Hubo otros que me entretuvieron como Los Pilares de la tierra y otros que me aburrieron. Reconozco que no soy un lector de libros densos y profundos que se adormecen en el ensayo, la retórica o la filosofía. De hecho, con los años y las nuevas tecnologías he perdido un poco el hábito de leer libros.
Pero siempre hay tiempo para alguno y nunca encontramos el hueco para hacerlo.
Dedicamos y perdemos bastantes minutos/horas al día, semanas, mes y año en ver cosas absurdas en nuestras pantallas de última generación merodeando las RRSS. Ahí no nos aburrimos. Ese entretenimiento para ignorantes nos entretiene y a lo grande.
No somos conscientes de que poco o nada nos aporta esto último. Si solo dedicáramos la mitad a la lectura y a nuestros libros.
Un libro se huele, se palpa, se siente, se observa …se cuida. Nunca vendo mis libros. Es más, sigo comprándolo pues nunca me habitué al nuevo modelo de lectura de los famosos ebook.
Por eso lee, busca libros cortos, busca temáticas que te llenen, por muy malo que sea… lee libros. No sigas la corriente, se tu mismo. Lee lo que te gusta. Lee y relee tus libros, ejercita tu mente y encuentra tu calma.
Empieza hoy si es preciso ya que nunca es tarde.
Y recuerda aquello de D. Miguel de Cervantes:
‘El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho’
Día internacional del Libro.
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