Te has tumbado a la sombra. Esperas mi caricia tierna y la comida. Hoy no me llega para el filetón de siempre. Tendrás que conformarte con pienso procesado o conmigo. Lo sé, tienes hambre, amamantas a tres leones que te están dejando sin fuerzas, pero todo está por las nubes.
La mirada del impresionante animal estaba desprovista de naturaleza y llena de apatía. Cansada, tras varios días sin conseguir cazar, sabe que la manada no aguantará mucho más…
— ¡Nala, levántate, Nala!, deja de soñar, tenemos una cita con el veterinario… ¡Sé una gatita buena y entra en tu jaula!
I
La reina de la selva se quiere convertir en plebeya con tal de tener un rato para disfrutar de las cosas Realmente bellas.
II
Nadie tiene su fuerza,
nadie tiene su astucia.
Todos admiran su grandeza,
mas nadie sería capaz de soportar al poder que lo acucia.
III
Llegaba el animal solitario a este bello rincón. Ónice se describe su alma y, por ella, reina de la selva se instituyó.
Degustaba el trozo de carne mientras recordaba el sueño que había tenido, corriendo tras las cebras, con aquella sensación de libertad retumbando en su pecho. Le pareció raro, ya que ella había nacido en aquel zoo. «¿Sería eso el instinto?»
Luego arrancó otro cacho del hueso y pensó: «la sabana, por mí, se puede esperar».
Si, me pido tus ojos. Desprenden serenidad. Mirada penetrante que se adentra en lugares insospechados. Pupilas que se engrandecen capturando en la noche la esencia de la luz de la luna, algo imperceptible para ingenuos. Ay de aquel que se cruce con tu mirar. Sin duda, se verá atrapado…
Me pareció ver una linda gatita…
Tumbada parece inofensiva,
con esa dulce mirada.
Miedo si se pone agresiva,
correr no servirá de nada.
Animales y sus instintos,
no somos tan distintos.
Tirada en su «cómoda» jaula, la leona piensa…
En esa juventud que nunca fue libre…
En esa maternidad que no fue elegida…
En esa forzada calma a la que el encierro te obliga…
Y piensa en selvas frondosas y sabanas interminables.
Y se deja morir, acabar, terminar…
Se deja apagar, sin esperanzas.
I
Que el león pose tan elegante, melena al viento, es solo índice de la tranquilidad de saber que su leona protege la manada.
II
Se me ocurre un pasodoble muy original que empieza así: “La leona de un león,…”
III
¡¡Tigres, leones, todos quieren ser los campeones!!
¡¡Tigres, leones, todos quieren ser los campeones!!
¿Sí? A ver quién es el guapo que le quita el trofeo a la leona.
Fiel, calmada, dulcemente agresiva, sensata, fiera, ordenada sin piedad.
Libre, soñadora con las garras en el suelo de colmillos afilados por si es preciso.
Qué sabía es la naturaleza.
Estoy reventada. ¡Jodidas gacelas!
Será mejor que me acerque al Mercadona de Nairobi.
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