Laberinto de emociones en el plomo de tus manos. Luces ya fundidas en el olvido del pasado. Ilusiones sin nervios, avanzo y nunca llego, amasijo que se forja sin descanso en mi cerebro. Túnel de una oscuridad futura, pasadizos que me envuelven, continuo mi camino pero nunca dejo de verte.
Jaula cónica del consumismo,
esqueleto decorativo "art déco".
Watios que todos pagamos,
mientras sonreímos sosteniendo...
a un niño pequeño en los brazos.
En el interior está la belleza.
Más bonito ser tú,
que lo de fuera no interesa,
deslumbra a la multitud.
Te observo desde dentro,
casi al trasluz.
Parecías más pequeño,
no apreciaba tu magnitud.
¡Luces, luces quiero!
Que apaguen mi inquietud.
¡Luces, luces!, reitero.
Que se me escapa mi juventud.
Gira el mundo gira, y soy yo quien deja de girar. Mareado, caigo al suelo, por mirar hacia arriba dentro de una espiral.
Te adentras en la naturaleza y te quedas perplejo de la cantidad de maravillas desconocidas que te encuentras. Bendito equilibrio natural y benditas todas las especies que sobreviven en ella.
¡Niñoooo, deja de decir pamplinas que estás dentro del Árbol de Navidad!
Arquímedes, Fibonacci, Teodoro,…
Todas espirales, todas mareantes, todas agotadoras y acaparadoras no permitiéndote otro movimiento que el giro obligado, el que todo el mundo espera, el que no defrauda a nadie salvo a ti.
Sal de esa espiral de vida, huye de ella o la inercia te irá desgastando, corroyendo, demoliendo y sólo serás lo que ellos quieren que seas.
¡¡Ron, ron, ron… otra botella de ron!!
Capitán!!! Tras sobrevivir a la espiral de la muerte está usted descontrolado…
No imaginas, grumete, cómo picaban las condenadas. Malditas hormigas!!! Por suerte yo estaba más ciego que ellas y escapé.
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