– ¡Cariño! ¿Vamos a dar una vuelta?
+ ¿En la moto?
– No te cabe ná…
¡Ay, amiga! Si tú pudieras hablar… si yo supiera expresarlo, si tú pudieras decir con palabras.
¡Cuánto vivido juntos! Que nos quiten lo “viajao”…
No tan lejos
Necesitaba sentir el viento en su cara, el sol en su piel, aventura.
Casco en mano, bajó a la calle con desastroso resultado. Hoy tampoco era su día.
«En fin…», se dijo a sí misma. Olvidó el casco y se sentó en la primera terraza de bar que vio.
Tremenda aventura que… ¿acaso no comenzó?

«La ciudad está sucia y abandonada. Nadie la cuida. Malditos políticos que no hacen nada», comentaba un paisano mientras tiraba el paquete de tabacos, que acababa de terminar, al suelo.
Tenías el pelo cortito, el piercing y la guapa del barrio detrás y la mimabas y la cuidabas más que a ella. Ahora, vieja, desconchada y desperfecta la abandonas a su suerte cuando tu suerte fue tenerla.
Metáfora de la vida…
Y la tripulación piensa que no puedes ser mi mayor tesoro. ¡Malditos marineros insensibles!
Chapa, pintura y unos litros de oro molido y se van a enterar de quién eres…
El abandono como imagen.
Por dentro, lo vivido.
Más allá de lo prohibido,
quedaron, solo, los peajes.
Tú y yo, los dos unidos,
disfrutando del viaje.
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