Había tan de sobra sueño y felicidad viviendo entre esas paredes, que a rayitos de luz se escapó a pesar de los obstáculos. En las calles hacían más falta.
Sus arriates a los que cantaba,
bañaba la luz la estancia,
la costura que se mimaba,
soñaba la felicidad,
de recuerdos su ventana que añoraba.
Desvencijada y rota, hecha añicos pero con la fortaleza del hierro forjado a golpes. Entrará el viento y el sol, la lluvia también hará alguna visita. Pero tú jamás volverás a pisarme.
Mayte Valverde
No te enrollas ná…! Más que una persiana…
La vida… todo sube, todo baja pero el desgaste permanece hasta tal punto que nada vuelve a ser lo mismo. Y si no, que se lo digan a la persiana…
El abandono personal y social, arrugas en la cara, huesos fuera de sí -¡maldita artrosis!-, noches de frío y dolores, tardes de sol. Deterioro hasta en el corazón.
No se rían, antes se enrollaba tela pero todos lo entendíamos. Ahora… ahora es solo una pobre persiana abandonada a su suerte.
Tantas personas en la calle que no quieren estar, tantas viviendas abandonadas por convertir en hogar. Malditos políticos, maldita y bendita vida.
¡Persianas! Por fuera polvo y barrotes
que manchan y protegen tu exterior.
¡Persianas! Por dentro sombra y cristales
para dar cobijo y ver tu interior.
Que tendrán ellas que hasta los balcones
le ponen macetas llenas de flores
{en su honor.
¡Vivan las persianas! ¡Digo, las contraventanas!
Hay días que mejor quedarse acostado con las persianas echadas…
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