En mi azotea, tú, conmigo.
En tu azotea, yo, contigo.
Ángel Salgado I
Un atardecer en una azotea… Piénsalo.
Ángel Salgado II
El pájaro volaba divisando oscuridad, nervioso buscaba y no paró hasta encontrar su lugar. Allí, se detuvo y se puso a observar, desde una azotea, su hermosa ciudad.
Ángel Salgado III
La azotea siempre fue nuestro lugar favorito. Por el día subíamos con la tía Berta a tender la colada. A Carlos le daba vergüenza la ropa interior de la tía. Por la noche subíamos con Germán para mirar por el telescopio las estrellas o colarnos por alguna ventana indiscreta.
Arancha Naranjo
I
En la azotea de su nave espacial, el astronauta se encontraba inmerso en un mar de estrellas. La Luna, majestuosa y plateada, iluminaba el paisaje lunar con su resplandor sereno. El silencio absoluto permitía escuchar el eco de sus propios pensamientos mientras contemplaba el polvo lunar danzando en el aire.
II
Desde la azotea, el niño se sentaba bajo el manto estrellado, mientras observaba con detenimiento. Su imaginación volaba más alto que cualquier cohete, soñando con viajar al espacio como un astronauta valiente. Las constelaciones bailaban ante sus ojos, inspirándolo a explorar lo desconocido y descubrir los secretos ocultos entre las estrellas. Cerraba los ojos y sentía la emoción de flotar en el espacio, con la Luna como su guía. Su corazón se llenaba de esperanza mientras sus sueños despegaban hacia lo desconocido.
Manuela Sánchez
I
Ya ha pasado los balcones engalanados.
Ya se aproxima a la boca de la chimenea.
Ya va cayendo sobre las cenizas lo que has regalado.
Ya se ha quedado dormido sobre la sillita de enea.
II
Casa, desastre por dentro; arriba, la azotea, sueña con las estrellas descendiendo.
III
Amplia, bien amueblada, recién restaurada: barbacoa moderna, sillas, sofás y mesa a estrenar, proyector perfecto para noches de verano: Se vende azotea por falta de
Rocío C. Gómez
I
Dorotea otea y revolotea, lo rodea y merodea mientras pisotea una correa, o sea, bromea con la polea y telefonea y bloquea… sin duda, en la buhardilla de su tejado a dos aguas.
II
La más usual, sin duda es la cabeza, sin abandonar el coco, el cráneo o la chaveta. Te partes la crisma, te doy en la cocorota, la chorla, el tarro, el molondro que tiene tu amigo e incluso si está loco de la azotea. Todo, con mucha camota.
III
Ropa tendía, alfileres robados de la vecina para sujetar las sábanas que esta noche hubo fuga…
Aromas de caldos recalentados, caliches que se amontonan en el suelo, manguera con goteras, vistas de una ciudad que aspira a metrópolis y siempre será pueblo…
Juanma García
Infancia en camiseta de tirantas y calzones blancos. Hogaza de pan con una onza de chocolate y con suerte, un colacao bien frío.
Una pelota de trapo remendada, las botas de fútbol heredadas y la sonrisa manchada de chocolate.
Recuerdos de una infancia en la calle, acá donde cerré mi círculo tras mucho merodear en una sociedad que no me representaba ni me aceptaba. Ni yo a ella.
El Mendigo