EDITORIAL
Domingo con sabor a repetición porque el día uno de todos los años tiene unos aires dominicales que le dan tintes aún más especiales y además, hoy, “otro” domingo, el sueño del perezoso.
¿Cómo resumir la última semana de uno y los primeros días de un nuevo año queriendo ser originales? Imposible.
Se nos ocurre poner una foto de las sobras del 31 que pasaron a tapeo-almuerzo del 1 para llegar a ser incluso cena y almuerzo de hoy día 2. Mejor no…
Acabó el 21 y ya damos la tabarra con el 22 como si el paso del tiempo y nuestra manía de ponerle nombre a todo fuera a cambiar las cosas.
Todo sigue igual; el covid se ha sentado en nuestras mesas de Nochebuena y Fin de Año, doce uvas, unos protestando por unas cosas, otros por otras para que se demuestre que el espíritu de Cristo que tanto venden algunos, es solo una frase bonita y nadie se detiene a pensar en el prójimo o en el más próximo que no es lo mismo pero que es igual.
Dos de enero, desayunando al solito en plan bohemio y escribiendo estas palabras que conforme aparecen en pantalla se van trasladando al Olvido de la lectura. Este párrafo ya es pasado.
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