Te adentras y ves luz; te adentras y el resplandor te hace cubrirte la mirada para no quedar cegado ante el reflejo. Te adentras…
No existe túnel a la vista y tu vida no es más que un camino, una vereda por la que deambular caminante, pisando cada adoquín con firmeza y mirando para tus adentros nuevamente.
Se suele acudir a la expresión ‘si Dios quiere’ para expresar un deseo y tal es que el camino, tu camino, tu senda, deba ser larga aunque la longitud no lo marca el cuentakilómetros de tu coche, ni el smartwatch de tu muñeca cuando te avisa vibrando que parece que estás haciendo deporte. No, esa longitud la marcan tus hitos, tus logros y no logros, tu propia felicidad y la de tus allegados.
Adéntrate en ti mismo, analízate, siéntate a sentirte, a pulsar tus latidos, a respirar aire puro y limpio entre lo tóxico de tu vivir que más que vivir es sinvivir y sin excusas, brilla y haz brillar, ayúdate ayudando.
Adéntrate, no temas, no hablamos de túneles ni luces celestiales, solo de ti, de tu camino, de tu alma y que tu reflejo ciegue al mundo.