
Llega el Miércoles de Ceniza y con él, un tiempo que para los cristianos significa mucho más que la simple cuenta atrás hacia la Semana Santa. La Cuaresma no es solo un periodo de preparación, es un regalo, una oportunidad para mirar hacia dentro, para desprendernos de lo superficial y volver al origen de nuestra fe. En Sevilla, donde la religiosidad popular se vive con una intensidad difícil de explicar a quien no la ha sentido, este día marca el inicio de un camino que, si lo tomamos en serio, puede transformar nuestra vida.
La ceniza en la frente es un recordatorio de nuestra fragilidad, de que “polvo eres y en polvo te convertirás”. Pero también es un signo de esperanza. No se trata de un gesto fatalista, sino de una llamada a la conversión, a reconocer nuestras sombras y confiar en la misericordia de Dios. En un mundo donde todo parece efímero, donde la prisa y el ruido nos roban la capacidad de detenernos y reflexionar, la Cuaresma nos invita a hacer lo contrario: a parar, a mirar a los demás con más amor y a reconciliarnos con el Señor.
Para los que somos cofrades, este tiempo tiene un significado especial. Es el momento en el que empezamos a ver los pasos en las iglesias, a oler la cera y el incienso en los templos, a sentir que la Semana Santa se acerca. Pero sería un error quedarnos solo con eso. Las hermandades no existen solo para sacar pasos a la calle, sino para ser testigos de Cristo, para vivir el Evangelio con autenticidad. Y la Cuaresma nos lo recuerda con fuerza: más allá del oropel, está la cruz; más allá del sentimiento, está la fe.
El ayuno, la oración y la limosna son los pilares que la Iglesia nos propone para vivir este tiempo. No como normas vacías, sino como ejercicios espirituales que nos ayudan a despejar el alma. Tal vez este año podríamos preguntarnos: ¿qué me sobra en mi vida y qué me falta? ¿A qué cosas me aferro que me impiden acercarme a Dios? ¿Cómo puedo ayudar más a los que sufren? Porque de eso trata realmente la Cuaresma, de aprender a mirar con los ojos de Cristo.
El Miércoles de Ceniza nos abre la puerta a cuarenta días de renovación. Y como cada año, Sevilla se prepara para vivirlos con intensidad. Que no nos quedemos solo con la estética, que no pasemos de puntillas por este tiempo. Que sepamos aprovecharlo para convertirnos de verdad. Porque cuando llegue la Madrugá y veamos el rostro del Señor del Gran Poder en la calle, entendamos que todo este camino ha valido la pena.

Deja una respuesta