Regreso tras mi tardanza, sin excusas por mi abandono y lo hago con decoro de aquel que manuscribe rimando.
Este Rey no trata de ser recordado por su verso, ni por su rima, por supuesto. Solo entiende su Sevilla arraigada en lo añejo, pero siempre mirando al progreso.
¡Qué dificultoso progreso!
Este mixto manuscrito me lleva a tu persona, tu que lees con detenimiento, y opinas con excesos, con pasión, desconocimiento y aburrimiento.

¡Ay cofrade! Tú qué ahora te escondes bajo una mascarilla, en una bulla deseada, lanzas tu testamento, tu crítica y tus desvelos como si alguien te leyera, te entendiera o te escuchara.
Atrás quedaron los circunloquios, aquellos tan complejos, hoy inicio un nuevo estilo, y me lanzo a degüello sobre el cofrade que solo siente, que lo suyo es lo bueno.
Anhelos tuiteros, palabrería agradecida, likes de gratuito acceso; crítica desacertada, crítica en exceso, crítica a la totalidad, de decisiones y momentos.
Gran Poder por otros pueblos, no lo retrates con globos, no saques los calzones tendidos del abuelo. Lleva túnica lisa, bien debería la bordada, si así lo hubiese sido, menuda seria la matanza.
Vía crucis y elecciones, enchufes en las decisiones, quienes son los panaderos, para presidir tal evento. Sevilla necesita otra talla, algo de más devoción, díselo de esta forma al que porta su farol.
Sevilla de cofradías, Rey de prosa mal rimada, qué atrevida es la ignorancia, qué juego da la osadía.
He versado.
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